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SOSTENIBILIDAD PERFECTA

Por: Dr. Fernando Abruña, FAIA

Este año se cumplen 20 desde que diseñamos y construimos La Casa Ausente. Este es quizás, en competencia con la Escuela Ecológica de Culebra el proyecto emblemático de mi carrera profesional como arquitecto. Les prometo que no hablaré mucho sobre ella porque ya se ha hecho en el pasado; solo decir que cuenta con casi todos los elementos de sostenibilidad que toda vivienda debería tener. Dije “casi todos” no dije “todos” con toda intención y lo que motiva el contenido de este escrito.

La experiencia adquirida en el transcurso de esos 20 años a través de múltiples proyectos y la devastación causada luego del paso del huracán María, me ha enseñado algunas lecciones que deben ser incorporadas al proceso de diseño y construcción de todo edifico que aspire a ser sostenible.

Más allá de los cinco criterios que todo arquitecto debe seguir y que forman parte del discurso consensuado de la sostenibilidad: (i) emplazamiento sostenible, (ii) uso eficiente y cosecha de aguas de lluvia, (iii) eficiencia en el uso de la energía y uso de fuentes renovables, (iv) uso, reúso y reciclaje apropiado de materiales y recursos, y (v) la calidad del ambiente interior, debemos incluir otros aspectos. El tiempo y la experiencia han madurado esta lista de criterios. 

Hoy en día, al hablar sobre sostenibilidad, se incluyen, los términos: bienestar (“wellness”) equidad y resiliencia, con mayor persistencia que otros. El concepto de bienestar extiende lo que pensábamos debería hacer un edificio por nosotros, mantener y propiciar buena salud. En la actualidad, muchos diseñadores incluyen espacios terapéuticos, lugares de ejercicio, descanso, relajación y meditación como parte integral y necesaria en ambientes de trabajo. Además, incluyen salones comedores que ofrezcan opciones saludables para nuestra dieta, con alimentos que no hayan sido genéticamente modificados, opciones vegetarianas e incluso veganas para quienes practican esa modalidad dietética. Después de todo, comer carne (especialmente roja) es uno de los factores que más abonan negativamente a nuestra huella ecológica y al cambio climático. 

El concepto de equidad es uno que ha traído a la discusión pública los elementos más fundamentales que nos ayudan a mantenernos como buenos seres humanos. La compasión por las personas que habitan los estratos menos afortunados y a la vez más vulnerables de nuestra sociedad, es ese sentimiento de tristeza que produce el ver padecer a alguien (persona o animal) y que nos impulsa a aliviar su dolor o sufrimiento, a remediarlo o a evitarlo. 

Los efectos del cambio climático que ya estamos viviendo, traen a nuestra atención las diferencias que existen entre los que tienen y los que no. Por ejemplo, luego del paso del huracán María, muchos son los que preguntan a los afectados por inundaciones: “Si sabes que tu casa se volverá a inundar ante otro evento similar, ¿por qué no te mudas?” A primera vista parece ser una pregunta no solo razonable sino también racional. ¿Quién desea permanecer en un lugar propenso a inundaciones? Nadie en su sano juicio desea ese escenario, pero muchos de los que viven en zonas inundables no lo hacen por deseo sino por necesidad. No es lo mismo (por tomar un ejemplo de fácil contrastación y que a menudo se discute) vivir por necesidad en una comunidad alrededor del Caño Martín Peña que vivir por decisión en la Urbanización Ocean Park. Ambas áreas están ubicadas en zonas de alto riesgo por inundación. Este escenario presenta dos comunidades en polos opuestos en lo que respecta a sus recursos económicos. La más pudiente puede enfrentar el problema, entre otras estrategias, pagando por tecnologías costosas que incluyen sistemas sofisticados de bombeo, creación de barreras y diques, sistemas de controles y otras tecnologías afines. Algunos inclusive, tienen propiedades adicionales que les permiten enfrentar un desastre atmosférico en otro lugar y regresar a su comunidad base luego del paso de un huracán. La comunidad de menos recursos económicos se enfrenta a un escenario que no tiene opciones como las que tiene la comunidad de mayores recursos, y supone casi de partida, el desalojo del lugar. Muchos miembros de estas comunidades no tienen opción de desalojo por no contar con los recursos económicos. Hay que recordar que, en estas comunidades, por las condiciones mismas del lugar, quienes pudieran o pueden ofrecer ayuda efectiva luego de un suceso catastrófico son los vecinos inmediatos, no los gobiernos estatal o municipales y, como ya ha quedado demostrado, ni el federal.

De la misma manera podemos hablar de la deseabilidad de accesibilidad a fuentes de energía renovables. Según aumentan los generadores distribuidos (edificios con sus propias placas fotovoltaicas) y autónomos, los restantes abonados que sigan conectados a la red (sin el beneficio de su propia generación) tendrán que cargar un peso mayor relacionado con los gastos de generación, distribución, mantenimiento, operación y gerencia del sistema actual. Por los aún altos costos relativos que suponen los sistemas de energía renovable, quienes inicial y probablemente decidan instalar su propio sistema de generación serán aquellos de los estratos económicos más altos, dejando en una posición de desventaja a las clases más humildes y vulnerables donde la necesidad del servicio es indispensable por razones de salud más que de ahorros, conveniencia o confort. 

El concepto de equidad forma parte de la misma definición original de la sostenibilidad.


¿Cómo satisfacemos las necesidades de nuestra generación sin comprometer el que futuras generaciones puedan satisfacer las suyas? Como corolario podríamos añadir: ¿Cómo satisfacemos nuestras necesidades actuales sin comprometer el que otros grupos de nuestra sociedad puedan satisfacer las suyas al mismo tiempo? Esos otros grupos incluyen mujeres, hombres, la comunidad LGBTQ, negros, blancos, asiáticos, latinos, árabes, ricos, pobres e inclusive muchos de los animales que maltratamos o forman parte de nuestra dieta. Como decía Richard Buckminster Fuller, ¡En este esfuerzo, nos salvamos todos o nadie!

El concepto de resiliencia se ha definido como la capacidad de rebotar a la condición previa luego de un evento o acción. La definición ajustada, si consideramos la equidad, supondrá no rebotar a la condición previa si esta no era justa y humana. Una familia de un arrabal no debería, ni desearía rebotar a esa condición luego de un evento catastrófico. Desea ¡rebotar a un mejor estado que el anterior! El concepto de resiliencia, como vemos, está muy ligado a la equidad. La resiliencia nos asegura sobrevivir y recuperarnos de sucesos catastróficos mediante la redundancia de sistemas que puedan entrar en función cuando otros fallan. Incorporar soluciones redundantes en un sistema generalmente supone costos iniciales mayores que muchos no podemos sufragar. Nuevamente entra en juego la equidad. ¿Cómo podemos añadir redundancia viable para que todos, ¡TODOS!, podamos beneficiarnos?

La Escuela Ecológica de Culebra fue diseñada con un sistema eléctrico de doble redundancia. Este sistema incluye la conexión convencional a la Autoridad de Energía Eléctrica. En caso de que esta fallase, entraría a operar, como segunda opción, un sistema fotovoltaico con baterías. En caso de que este sistema fuera averiado o dañado, la opción restante sería una planta de emergencia de diésel. Luego del paso del huracán María, los tres sistemas fallaron por falta de mantenimiento aun con la redundancia incorporada en su diseño. Para poder utilizarla como refugio hubo que trasladar una planta de emergencia desde la Isla Grande hasta Culebra.

La redundancia viable supone el componente de mantenimiento que no le damos a NADA en nuestro país. El mantenimiento es el elemento unificador para poder lograr verdadera resiliencia en todos los sectores de nuestra sociedad y comunidades. El mantenimiento puede ser una actividad que no dependa principalmente del estado; es una actividad que podemos y deberíamos compartir entre todos. Si puedo recoger basura que encuentro en la calle, ¿por qué esperar a que el estado lo haga?

Para cerrar esta discusión, traigo el último y quizás más importante elemento de la sostenibilidad que aún no hemos incorporado a nuestra visión de mundo: la belleza conmovedora. En mis 42 años como arquitecto licenciado no he tenido la experiencia de haber entrado a un edificio que me conmueva (al punto de hacerme llorar) como lo puede hacer una canción, una película, o una poesía.

El día que pueda diseñar un edificio sostenible con todos los elementos típicos y los añadidos discutidos aquí, incluyendo la belleza conmovedora, habré logrado la sostenibilidad perfecta.


El autor es arquitecto practicante, catedrático retirado de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Puerto Rico, “fellow” del American Institute of Architects, fundador y pasado presidente del US Green Building Council del Caribe, y autoridad reconocida sobre el tema en Puerto Rico. 

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