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Ser vegetariano o vegetariana…

un acto de conciencia ambiental

Por: Josy Latorre*, M.A.

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A muchas personas se les hace difícil ver la relación entre el vegetarianismo y el ambiente. Desde mi perspectiva, una cosa va de la mano de la otra. Pienso que se puede ser una persona vegetariana y no ser ambientalista, pero no entiendo cómo se puede ser ambientalista y no ser vegetariano o vegetariana. Solo necesitamos algunos datos para darle seria consideración a este asunto.

Como parte de la industria alimentaria, hoy día viven en el planeta alrededor de 20 mil millones de reses, 15,700 millones de aves y otros cuantos millones de cerdos, seres todos destinados a satisfacer la dieta carnívora de los humanos. Según la organización PETA (Personas pro Ética en el Trato de los Animales) la crianza de ganado genera 87,000 libras de excremento por segundo. De ese excremento emanan toneladas de bióxido de carbono y 16% del gas metano causante del efecto de invernadero y del calentamiento global. El excremento de las aves y los cerdos criados para consumo humano es una de las principales causas de la contaminación de los cuerpos de agua.

Se estima que se requieren 4,000 galones de agua para producir la dieta diaria de una persona carnívora promedio y 300 galones para producir la de una vegetariana. De la misma forma, se requieren 3 cuerdas de tierra de cultivo para alimentar a una persona carnívora durante un año y solo 1/6 de cuerda para alimentar a una vegetariana. Cada día se deforestan miles de cuerdas de bosques en el planeta con el solo propósito de desarrollar áreas donde pastar el ganado que termina en nuestra mesa en forma de bistec o carne molida. Si escogemos comer carne, estamos siendo cómplices de esta destrucción desmedida de nuestros bosques. En el mar ocurre lo mismo. Las granjas marinas, donde se cultivan la mayoría de los peces, camarones y otros animales para el consumo humano, tienen un impacto directo sobre ese ecosistema. De manera que con ese chillo frito que te comes estás apoyando una industria sumamente nociva para el mundo marino.

Hay personas que piensan que el vegetarianismo es no comer carne roja o carne de cerdo y consideran que el término no incluye a los pollos ni a los peces. Nada más lejos de la verdad. Sin embargo, entiendo que a muchas personas se les hace difícil prescindir a la vez de consumir todos esos animales. Por eso existen gradaciones o categorías. Consideremos entonces cuáles son nuestras opciones al momento de optar por una alimentación que nos conduzca eventualmente a una alimentación 100% vegetariana.

En primer lugar, tenemos a las personas veganas, que no consumen ningún alimento de origen animal. Tan rigurosa es su práctica que tampoco consumen miel (debido a la explotación de las abejas que esta industria promueve), ni utilizan zapatos, carteras o productos fabricados con la piel de los animales.

Otra categoría la componen las personas lactovegetarianas. Tampoco consumen productos de origen animal, pero sí consumen productos lácteos como la leche y el queso. Las personas ovolactovegetarianas, además de leche y queso, consumen huevos.

También existen personas pescovegetarianas y pollotarianas, es decir, vegetarianas que consumen pescado o pollo, respectivamente. Las frutarianas se alimentan solo de frutas frescas o secas. Las crudistas consumen sus alimentos vegetarianos crudos y utilizan los llamados “alimentos vivos”, como germinados y semillas. Las semivegetarianas comen menos carne que la persona promedio y, por lo general, se limitan al pollo y al pescado. Más recientemente se ha acuñado el término flexitariano para referirse a la persona 100% vegetariana que de manera ocasional incorpora a su dieta alguna proteína de origen animal.

Existen muchos mitos respecto al vegetarianismo. Uno de ellos es que la alimentación vegetariana es muy costosa. Ese argumento se invalida cuando vemos que el producto más costoso en una compra promedio es la carne. Si se elimina la carne de la dieta, el dinero ahorrado se puede destinar a la compra de alimentos vegetarianos de buena calidad. Algunas personas cuestionan por qué hemos de dejar de comer carne si ésta ha formado parte de nuestra cultura culinaria por siglos. A éstas les aclaro que todo lo que es culturalmente aprendido se puede “desaprender”, lo cual abre el espacio para nueva información y estilos de vida. Por ejemplo, existen culturas que apoyan el consumo de la carne de perros (Corea y Vietnam, por ejemplo). Esto a nosotros nos parece terrible, pero es algo culturalmente aprendido, al igual que nosotros aprendimos a consumir reses, cerdos y gallinas.

El Dr. Keshaba Bhat, reconocido como el Padre del Naturismo Tropical, siempre decía que si consideramos que el 76% de la población mundial vive en el trópico, que 80% de los recursos del mundo están allí y que solo 15% de éstos se utilizan para atender las necesidades de alimentación, salud y bienestar de la población mundial, nada debe impedirnos ser personas totalmente vegetarianas.

En Puerto Rico, cada día se hace más fácil llevar una alimentación vegetariana. Cuando comencé esta práctica hace veinte años, apenas se conseguían productos vegetarianos y existían muy pocos restaurantes de esta índole.

Hoy día encontramos alimentos vegetarianos en los mercados agrícolas, en las tiendas de salud y en múltiples restaurantes vegetarianos en diversas partes de la isla. Incluso la mayoría de los restaurantes tradicionales ya cuentan con por lo menos un par de opciones vegetarianas en su menú.

Si decides adoptar esta alimentación, te recomiendo educarte, aprender a cocinar platos vegetarianos e identificar los lugares donde puedes comer, ya sea un buen restaurante vegetariano o hasta un establecimiento de comida rápida donde consigas una papa asada o una ensalada. Lo importante es querer hacerlo y tener un compromiso con tu salud, con tu vida, con los animales y sobre todo con este hermoso planeta que tantos bienes nos regala, particularmente en esta Isla bendecida.

Si te preocupa el ambiente, considera una alimentación vegetariana como parte de tus actos en pro de la conservación de éste. Ya está extensamente documentada la relación entre el consumo de animales y el deterioro del ambiente. También ha sido ampliamente estudiada la relación entre el consumo de proteína animal y las enfermedades más comunes, como el cáncer.

Si todo esto no es suficiente, reflexiona sobre un pensamiento de George Bernard Shaw, famoso escritor irlandés y ferviente vegetariano: “A mi tumba me seguirá un tropel de vacas, cerdos, pollos y peces agradecidos de que mi alimentación vegetariana les haya salvado la vida. Los animales son mis amigos y yo no me como a mis amigos”.

*La autora es cantante, escritora, activista y educadora sobre temas de la vida natural y el vegetarianismo. Ofrece talleres y charlas al respecto. Su libro Vida natural…para todos está a la venta. naturalmentejosy@gmail.com. (787) 732-4262.

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