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Cero residuos orgánicos:

responsabilidad social de las multinacionales

Ing. Carlos Enrique Pacheco Irizarry 

Las multinacionales dominan la manufactura en Puerto Rico. Entre éstas se destacan las farmacéuticas, que ocupan un 57.4% del sector industrial, generándole al fisco unos $30 mil millones anuales. Esta industria mantiene una plantilla de 18 mil empleados y empleadas con remuneraciones promedio de sobre los $60,000 anuales, y generan unos 68,000 empleos indirectos con una nómina que supera los $1,100 millones anuales. Definitivamente, hacen una gran aportación económica al país. Existen unas 46 plantas con aprobación del FDA que convierten a Puerto Rico en la jurisdicción con mayor densidad de instalaciones farmacéuticas por milla cuadrada en el mundo.  

Estas empresas tiene un mandato a seguir y un conjunto de compromisos promulgados en el año 2000 por las Naciones Unidas, conocido como el “Pacto Mundial”. El Pacto es un llamado a las empresas para que incorporen 10 principios universales relacionados con los derechos humanos, la cultura del trabajo,  la protección del medio ambiente y la lucha contra la corrupción en sus estrategias y operaciones. También, para que actúen de tal forma que avancen los objetivos sociales y la implementación de desarrollo sostenible. De los 10 principios,  3 de estos hacen referencia al medio ambiente, los cuales son: 

Principio 7: Las empresas deberían apoyar un planteamiento preventivo con respecto a los desafíos ambientales.

Principio 8: Las empresas deberían llevar a cabo iniciativas para fomentar una mayor responsabilidad ambiental. 

Principio 9: Las empresas deberían promover el desarrollo y la difusión de tecnologías respetuosas con el medio ambiente. 

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Es importante destacar aquí el verbo “deberían” ya que este término las libera de la obligación en la ejecución. Una ponencia muy interesante presentada por Klaus M. Leisinger, consultor de las industrias farmacéuticas, discute el tema de lo que “deben y deberían” en lo que se refiere a la responsabilidad social de la industria multinacional. En la Figura 1, se presenta la jerarquía actual del comportamiento generalizado de las multinacionales y su responsabilidad corporativa social según el Sr. Leisinger.

Se reconoce que la disciplina organizativa de las multinacionales ha logrado cumplir con muchas de las regulaciones en las jurisdicciones donde se ubican y en muchos casos más allá de lo que se les exige. Ahora bien, su compromiso está limitado en gran medida a realizar lo esencial y todo lo demás está sujeto a acciones filantrópicas sujetas a medidas presupuestarias.

Por otro lado, hay una percepción de las comunidades con respecto a las responsabilidades que estas industrias tienen con la sociedad. Una encuesta realizada a principios de este milenio abarcó una veintena de países e incluyó sobre 20,000 personas entrevistadas. Entre muchas percepciones auscultadas, un 73% de las personas encuestadas respondió que la responsabilidad ambiental es parte de lo que entienden deben atender,.  

Hoy día, a principios del 2021, la pandemia del COVID-19 anticipa cambios importantes que van más allá del principio básico de aumentar las ventas anuales. El énfasis en  la credibilidad de la industria y el mantenimiento de prestigio de las multinacionales son elementos nuevos a considerar. La revista “The Economist” pronostica que el reciclaje regresará con más fuerza después de un año de manejo de residuos prácticamente descontrolado. Las personas expertas en “The Economist” anticipan nuevas tecnologías que inician y resuelven problemas generados en el pasado.

Ahora bien, si hay algo que las multinacionales deben modificar significativamente es el manejo de sus residuos en forma responsable. Dada la situación crítica en que se encuentra Puerto Rico con respecto al manejo de los residuos sólidos y la limitada capacidad de nuestros vertederos de seguir recibiendo residuales, necesitamos urgentemente “iniciativas que promuevan el desarrollo y la creación de tecnologías y acciones respetuosas con el ambiente” (Principio 9). Para esto, todas las acciones y aplicables remedios al medio ambiente tienen que considerar reducciones en emisiones que contribuyan al agravamiento del principal problema de nuestro Planeta Tierra, el cambio climático. Muchos de los acuerdos planteados para atender este asunto no han sido suficientes para resolver la crisis actual.  

Para atender este problema, las empresas tienen que comenzar por medir su propia huella de carbono. Esto incluye la forma en que adquieren la materia prima (lo cual sería ideal que proviniera de fuentes renovables y reciclables), las emisiones durante su manufactura (incluyendo el transporte de sus trabajadores y trabajadoras a sus centros de trabajo) y el impacto de lo manufacturado sobre el medio ambiente, incluyendo la disposición de sus excedentes. El modelo europeo de economía circular es definitivamente el instrumento más apropiado hoy día para ayudar a las empresas, las comunidades y los gobiernos a internalizar una cultura de minimizar el consumo de recursos. La economía circular se fundamenta en escapar del modelo lineal imperante de extraer, fabricar y desechar, y se enfoca en diseñar procesos sustentables de mantenimiento, reparación, reutilización, re-fabricación, restauración y reciclaje de larga duración.  Algo más que preocupante es que las métricas para avanzar en la reducción de las extracciones del planeta y con esto lograr bajar las emisiones, no se están logrando. Esto enfatiza aún más la urgencia de este llamado.

En Puerto Rico, las multinacionales tienen las tasas de desvío más altas del país en comparación con otras industrias. Sabemos que algunas ya ampliaron la exportación de sus residuos no-peligrosos hacia incineradoras en los Estados Unidos para evitar contribuir a la ocupación de espacio en nuestros vertederos. Es una medida que, aunque loable, entendemos que no es apropiada en términos ambientales para atender el problema. Por otro lado, una decena de farmacéuticas  locales ya reconocen el problema y están haciendo su parte. Algunas están reciclando orgánicos y usan recipientes compostables para que puedan ser convertidos en composta, apoyando con esto a otros sectores importantes como el sector agrícola. 
 
Entre los residuos más difíciles de reciclar y/o desviar están los residuos orgánicos. Además de los desechos de cafetería de comida pre y post consumo, los biosólidos de las plantas de tratamiento de aguas usadas y los residuos vegetativos son materiales que continúan llegando a los vertederos, generando un alto consumo de combustible en su transporte y emisión de gases de invernadero, así como ocupando valioso espacio en nuestros limitados vertederos. 

Lamentablemente, estos residuos son los que generan una huella carbónica de las más altas, aportando más al cambio climático. Por consiguiente, si hay algo utópico en el concepto basura cero, son las multinacionales las que tienen el mandato, los recursos económicos, humanos y técnicos para hacer que esta iniciativa se haga realidad.

Cónsono con lo aquí expresado, presentamos una serie de recomendaciones para que las multinacionales asuman el rol de impulsar el reciclaje de orgánicos en el país y de esa manera aportar a su deber social para con la comunidad.  

Recomendaciones:

  1. Fermentar para luego compostar los residuos de comida. Muchas industrias utilizan una práctica nada sustentable de congelar sus desechos orgánicos para evitar la putrefacción de los residuos de las cafeterías. La práctica que recomendamos es fermentar los residuos orgánicos y programar su recogido a una compostera industrial. Todo esto debe ocurrir una vez se hallan tomado todas las medidas posibles para evitar la generación de residuos excedentes de comida. Actualmente, una decena de industrias en Puerto Rico lo están logrando y, con ello, aumentando sus tasas de reciclaje y reduciendo sus emisiones en el transporte de estos residuos.

  2. Utilizar recipientes compostables. Los recipientes compostables son una práctica que se ha popularizado ante la crisis del COVID-19. Ahora bien, no adelantamos mucho si estos tienen que ser desviados al vertedero diariamente. Estos tienen  que compostarse para que se justifique la reducción de la huella carbónica de este tipo de recipientes de un (1) sólo uso. Es importante que estos compostables cumplan con ASTM D- 6400 y tengan la certificación BPI para que sean adecuados para recibirse en una planta de compostaje industrial. Más importante aún es internalizar la metodología de estibación de estos materiales. De esta forma logramos un incremento en la densidad de estos residuos, una reducción en el uso de bolsas plásticas y una considerable disminución en la transportación de residuos. 

  3. Instalar una compostera dentro de las facilidades. No es nuevo para la industria tratar sus residuos, como por ejemplo, tratar sus aguas de desecho. Entendemos que la industria está lista para considerar esta alternativa. Más aún cuando nuestro clima caribeño favorece los procesos de compostaje y tenemos nuevas regulaciones que apoyan esta iniciativa. De esta forma podemos manejar los residuos vegetativos, las paletas, los residuos orgánicos, los recipientes compostables y luego aplicar la composta a la jardinería de los predios, reduciendo la adquisición e importación de acondicionadores de suelos y fertilizantes. Además, esto atendería de forma eficiente los altos costos de recogido y transporte de estos residuos, disminuyendo aún más la huella de carbono. 

  4. Establecer un recogido en forma fermentada de los residuos orgánicos domésticos de su empleomanía. Ya la industria está colocando recipientes de acopio para materiales reciclables en los estacionamientos de sus empleados y empleadas. Añadir una estación de acopio de residuos de comida en forma fermentada en recipientes intercambiables de 4 galones sería una forma de mitigar la huella carbónica generada por sus personas empleadas.

  5. Reducir los viajes de camiones de basura a los vertederos. Introducir el recogido de orgánicos en forma fermentada permite a la industria acopiar estos residuos dentro de sus facilidades y transportarlos sólo cuando los recipientes están completamente llenos. Un programa típico implicaría solo 26 viajes al año en camiones más pequeños con un consumo menor de combustible -en comparación con 365 viajes al año en camiones que cargan una masa relativamente baja, necesarios para evitar que los efectos de la putrefacción de orgánicos ocurran dentro de los predios de la industria.

Las multinacionales deben poner en práctica las iniciativas que demandan acción en este nuevo paradigma de la economía post COVID-19. El tema del cambio climático tomará mayor relevancia en los próximos años y las acciones para ayudar a resolver este problema formarán parte de la hoja de presentación ante un público más informado y consciente de la sinceridad y transparencia de la industria.

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