Energía y poder para las comunidades:
un modelo autogestionario para la transformación energética
Juan E. Rosario
El cambio climático es el reto más grande que enfrentará la humanidad durante el siglo 21. No hay ninguna actividad humana que no esté siendo afectada por los efectos del cambio climático sobre nuestros países. Desde hace más de una década, Europa ha convertido el asunto en una de sus principales áreas de trabajo. En marzo de 2013, en un encuentro sobre el tema titulado “De la visión a la acción”, llegaron a afirmar que el cambio climático era la primera prioridad para la Unión Europea.
En el centro de los trabajos para enfrentar la crisis climática está todo lo relacionado con la generación, distribución y uso de la energía eléctrica. Por ello, las representaciones de los países participantes en el encuentro hicieron una afirmación pública que no deja lugar a dudas sobre la importancia de la transformación del sistema eléctrico.
“Uno de los retos más apremiantes que la humanidad enfrenta hoy es la transformación de nuestro sistema de generación eléctrica a uno más sostenible, ambientalmente responsable y eficiente…Esta transformación energética no es una opción a nuestro estilo de vida, sino que es imperativa para preservar la habitabilidad de nuestro planeta y combatir el cambio climático. No puede haber desarrollo humano en un planeta inhabitable”.
En Puerto Rico deberíamos tener eso muy claro. Después de todo, desde hace más de 25 años se nos ha advertido sobre los efectos catastróficos que podría tener el cambio climático en nuestro país. En 1995, en su segundo informe, el Panel Intergubernamental de Expertos sobre cambio climático advertía que los países más afectados serían las islas pequeñas en las regiones tropicales.
Finalmente se ha logrado un consenso general en el país de que debemos movernos a la energía de fuentes renovables lo más rápidamente posible. El mandato se plasmó en la Ley de Política Pública Energética que establece como meta que para 2050 el 100% de nuestra energía provenga de dichas fuentes. Esa misma ley requiere que para el 2025 el 40% se esté produciendo con fuentes renovables. Al día de hoy, solo un poco más del 3% de nuestra energía se produce de esa manera.
La transformación energética es, sin lugar a duda, una prioridad para todo el mundo. No obstante, la manera en que se lleve a cabo esa transformación pude tener efectos significativos sobre una parte considerable de nuestra población. Para entender esto es necesario entender qué ocurrió tras el paso del huracán María.
En septiembre de 2017, tres poderosos huracanes pasaron por el Caribe. Irma pasó por el norte y aunque nunca tocó tierra dañó parte de nuestro sistema eléctrico. Una semana después pasó José, por suerte suficientemente lejos para no afectarnos. Con María no tuvimos la misma suerte, entró por Yabucoa destruyendo todo a su paso. Nuestro sistema eléctrico fue devastado como nunca antes en nuestra historia. A las pocas horas todo el país amaneció sin energía eléctrica. Nueve meses después 53 de los 78 municipios tenían por lo menos 10% de su población sin energía eléctrica. De hecho, María produjo el apagón más grande en la historia de Estados Unidos. Este huracán produjo una mayor pérdida de horas/persona de electricidad que Georges, Sandy, Irma y Hugo juntos. Durante ese tiempo, cerca de 3,000 personas murieron por su causa, una gran parte de éstas por falta de energía eléctrica. Un estudio llevado a cabo por personas académicas prestigiosas reveló que el exceso de mortalidad era más alto en los municipios con índices más bajos de desarrollo económico1.
La transformación del sistema eléctrico para hacerlo resiliente y cumplir con las metas de la Política Pública Energética tiene varias dimensiones que tienen que ser atendidas de manera sistémica. A largo plazo, se requiere transformar todo el sistema basado en combustibles fósiles y unidades generatrices grandes y centralizadas, a sistemas basados en fuentes renovables y distribuidas con un robusto esquema de almacenamiento. Esta transformación requiere una sustancial inversión y tardará más de una década en completarse.
A mediano plazo es necesario instalar y poner en operación suficiente capacidad basada en energías renovables, que permita a todo el país tener suficiente resiliencia para enfrentarse a cualquier fenómeno natural, por ejemplo, un huracán como María o los terremotos del 2020. Pero ninguna estrategia enfocada en esas escalas de tiempo va a resolver la angustia de las personas residentes de las comunidades más vulnerables del país que se enfrentan continuamente con la incertidumbre de si este año serán afectadas por un huracán, un terremoto o los apagones que en los últimos meses se han tornado más frecuentes y prolongados.
Después del azote del huracán María, centenares de miles de ciudadanos y ciudadanas de todo Puerto Rico estuvieron sin servicio de energía eléctrica por meses, en algunos de los casos hasta por un año. Las estrategias que se están proponiendo no atienden ese asunto de manera efectiva, con la urgencia que se requiere y a la escala que es necesaria. Las medidas para proveer seguridad energética a las y los más vulnerables es una tarea urgente y requiere enfoques distintos a las estrategias para modernizar la red o el sistema de generación que se proponen en el PIR. Esto es imperativo para que se reduzcan los costos y se viabilice su rápida implantación, pero más importante es que cada año que pasa sin que hayamos resuelto el problema de la seguridad energética de las personas más vulnerables, nos arriesgamos a que vuelva a ocurrir otra tragedia como la que provocó María.
Desde hace más de 20 años, varias personas comprometidas en trabajo comunitario empezamos a celebrar una serie de talleres para abonar a la preparación del país frente al cambio climático. En 2015, dos años antes de María, retomamos los mismos convencidos de que era inminente que sufriéramos un huracán mayor. En el 2016, incorporamos AMANESER 2025 para acompañar a las comunidades en procesos para hacerlas más resilientes. Por eso, tras el huracán María pudimos inmediatamente acompañar comunidades en el proceso de comenzar su transformación energética.
El enfoque que usamos parte de un modelo que hemos ido desarrollando junto a líderes y lideresas de comunidades a través de la isla. Este modelo se fundamenta en una serie de enfoques medulares. Se basa en que la solución debe ser: simple (para que pueda ser iniciada rápidamente); por ciudadanos comunes (fundamentalmente con sus propios recursos); democrática (manejada por la propia comunidad); reproducible y escalable; apoyada en la ciencia; sistémica y colaborativa. El modelo permite resolver inmediatamente el problema de seguridad energética de las personas más vulnerables mientras se trabaja con la transformación a mediano y largo plazo.
AMANESER 2025 promueve el desarrollo de sistemas para dar seguridad energética inmediata a sectores residenciales de bajos y medianos ingresos. Actualmente, los mismos consisten en sistemas, fuera de la red, con alrededor de 2 kw de potencia y 5-6 kwh de batería. Estos sistemas les proveen, por un costo muy bajo, menos de la mitad del costo comercial y suficiente potencia para cubrir todas las cargas críticas de una casa promedio durante un apagón. Como el modelo requiere la participación de la misma comunidad y de una persona perita electricista certificada en instalaciones solares en todo el proceso, no solamente se reducen los costos, sino que se va generando un cambio cultural que incluye el adiestramiento en energías renovables y en cambio climático. La experiencia es que se va creando también una nueva conciencia sobre el consumo más responsable de energía.
Ésta es la primera etapa de un modelo que incluye la creación de microrredes comunitarias y cooperativas municipales para transformar el sistema eléctrico del país de manera orgánica. El modelo no solamente provee seguridad energética rápida, sino que construye solidaridad y poder comunitarios, reduciendo la dependencia de actuantes del exterior.
1 Differential and persistent risk of excess mortality from Hurricane Maria in Puerto Rico: a time-series analysis: Carlos Santos-Burgoa, John Sandberg, Erick Suárez, Ann Goldman-Hawes, Scott Zeger, Alejandra Garcia-Meza, Cynthia M Pérez, Noel Estrada-Merly, Urayoan Colón-Ramos, Cruz María Nazario, Elizabeth Andrade, Amira Roess, Lynn Goldmao; Lancet Planet Health noviembre 2018.