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ECOTURISMO: ¿oportunidad perdida?

Por: Lic. Fernando Lloveras San Miguel

Director Ejecutivo Fideicomiso de Conservación de Puerto Rico

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Imagina que vuelas por encima de Puerto Rico. Estás entre el Mar Caribe y el Océano Atlántico. Observas una isla principal, 5 islas satélites, 14 islotes y 588 cayos. Una majestuosa costa se extiende por 799 millas con mangles, humedales, estuarios, lagunas, bahías bioluminiscentes, playas rocosas y arenosas, dunas, acantilados, montañas, salitrales y valles agrícolas. Ves el majestuoso Yunque, la más antigua reserva natural protegida en el nuevo mundo, el Bosque Seco de Guánica, reconocido por la UNESCO como una Reserva de la Biosfera, la Sierra de Pandura, con sus guajonales y montañas que llegan al mar, la Sierra Bermeja, donde habita nuestra historia geológica más antigua, una extensa cordillera de bosque húmedo subtropical, cuna de nuestros ríos, laderas de café de sombra, donde convive la agricultura con la biodiversidad, una región kárstica compuesta de mogotes esculpidos por el agua que, a su vez, ha creado cuevas y largos ríos subterráneos. Esa variedad de ecosistemas que existen en nuestras islas alberga una gran diversidad de especies nativas, incluso endémicas, que sólo existen aquí.

En Puerto Rico, nos rodean maravillas naturales que pasan desapercibidas o que son desconocidas por gran parte de las personas visitantes y por nuestra población.

Todos los sistemas, tanto los naturales como aquellos creados por humanos, están estrechamente entrelazados. Tristemente, los indicadores señalan que vamos en dirección contraria a avanzar una agenda hacia la sustentabilidad y que continúa poco a poco desmejorando la salud ecológica de Puerto Rico así como nuestra calidad de vida. Nuestros amenazados tesoros ecológicos encierran la promesa de usos más compatibles con la conservación, como podrían ser el turismo de naturaleza y el ecoturismo. Existen proyectos e iniciativas dispersas, pero no existe un plan estratégico concertado para verdaderamente ofrecer turismo de la naturaleza y ecoturismo de calidad. Ésta es una de tantas oportunidades perdidas.

El ecoturismo, al igual que el desarrollo sostenible, es uno de esos conceptos complejos que adquirió un buen nombre y que, por eso, se está utilizando para un mercadeo indiscriminado, perdiendo la esencia de su definición y concepto original. Esta propaganda es el reflejo de una creciente demanda. A nivel mundial, el turismo de naturaleza crece tres veces más rápido que el turismo convencional.

Cada vez hay más personas que exigen una industria turística responsable con el ambiente y que interesan experiencias, naturaleza, cultura, historia, aventura, aprendizaje y participación. Por ejemplo, el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EU (U.S. Fish and Wildlife Service) calcula que, durante el 2001, las personas aficionadas a observar aves gastaron $32 mil millones en actividades de avistamiento, lo cual generó $85 mil millones en beneficios económicos para ese país. En el 2006, los gastos de las personas dedicadas a observar la vida silvestre sobrepasaron los $45 mil millones. El perfil de turistas de la naturaleza muestra que tienden a quedarse más tiempo en su destino e invierten mucho más en la economía local, particularmente cuando se compara con el turismo de cruceros y de ‘resorts’ de playa.

Por otro lado, Costa Rica apostó al turismo de la naturaleza como estrategia de desarrollo y así convirtió el turismo en su segunda fuente de divisas. Esto no hubiera sido posible sin la creación de una robusta red de parques nacionales y áreas protegidas que cubre el 25% de su territorio y que son visitadas por casi 60% de sus turistas internacionales y por 66% de la población costarricense. Comparemos estos datos con Puerto Rico, donde apenas protegemos un 8%.

Es importante definir y diferenciar los conceptos de turismo sostenible, turismo de la naturaleza y ecoturismo, que a menudo se utilizan intercambiablemente. El ecoturismo es un subcomponente del turismo de la naturaleza que, a su vez, es un subcomponente del turismo sostenible. Se puede pensar como una gradación que va desde lo generalizado a lo especializado, desde minimizar el impacto ambiental de la industria turística hasta contribuir activamente a la conservación y al bienestar de la población local.

El turismo de naturaleza utiliza los recursos naturales de un área como atractivo principal para atraer y entretener visitantes. Sin embargo, el ecoturismo es más específico en cuanto a su componentes. Su principal misión es la conservación de la biodiversidad y enfatiza la participación local y la oportunidad de negocios para la población rural. Por consiguiente, tiene una escala más pequeña que el turismo tradicional y ofrece a la persona visitante experiencias de vida y de aprendizaje. Por eso, un hotel tradicional de sol y playa que incorpora medidas de sostenibilidad para reducir su consumo de agua y electricidad no es un eco-hotel. Poco importan las placas solares y el recogido de agua de lluvia si es un desarrollo de gran escala que implicó el deterioro o pérdida de un importante ecosistema o hábitat. Por supuesto que son favorables todas las medidas que fomenten edificios que consuman menos recursos, pero si verdaderamente queremos promover el ecoturismo, debemos llamar las cosas por su nombre.

Si queremos implementar una infraestructura ecoturística y un turismo de la naturaleza, debemos comprender y tener como guía estos componentes: conservación, comunidad y programación. En este sentido, el Fideicomiso de Conservación es una pieza importante en el rompecabezas de elementos que aportan a la oferta ecoturística en Puerto Rico. Hace 25 años comenzamos a aportar al turismo de la naturaleza y de preservación histórica a través de nuestro centro de visitantes y programa de recorridos interpretativos en la Hacienda Buena Vista en Ponce.

Aspiramos a que las personas visitantes y participantes comprendan el valor de los ecosistemas y sus beneficios. Buscamos inspirar en ellos y ellas un sentido de responsabilidad en torno a la naturaleza. Lo logramos por medio de nuestra amplia programación, que incluye recorridos interpretativos, talleres para maestros, maestras y comunidades, campamentos de verano, viveros escolares, escuelas amigas y el programa de Ciudadano Científico, entre otros.

El Fideicomiso de Conservación cuenta con 28 áreas que incluyen edificios históricos, reservas naturales del estado, áreas naturales protegidas y un refugio de vida silvestre. Incluyendo las servidumbres de conservación, el Fideicomiso protege 24,887 cuerdas, equivalentes al 1% del territorio de Puerto Rico. Estas áreas representan nuestro diverso paisaje ecológico, pues contienen 28 de los 32 tipos de ecosistemas presentes en Puerto Rico. Ofrecemos recorridos recurrentes en la Reserva Natural Cabezas de San Juan en Fajardo, en la Hacienda Buena Vista en Ponce, en la Reserva Natural Hacienda La Esperanza en Manatí, en el Cañón de San Cristóbal en Barranquitas, en el Área Natural Protegida Medio Mundo y Daguao en Ceiba, en la Casa Ramón Power y Giralt en el Viejo San Juan y en muchas otras de nuestras áreas naturales protegidas. (Véase www.fideicomiso.org / (787) 722.5834.)

Como parte de nuestras estrategias de manejo, diseñamos los encuentros con la naturaleza en áreas de ecología sensitiva, tomando en consideración la capacidad de acarreo del área para ofrecer una programación adecuada a ese espacio y, así, evitar o minimizar nuestro impacto. Nuestros intérpretes, casi todos certificados por la Asociación Nacional de Interpretación (NAI), son una pieza fundamental en nuestra programación. Pero, ¿qué es la interpretación? La interpretación es un proceso de comunicación mediante el cual se traducen ideas complejas e información técnica y científica para compartirlas con una audiencia más general. La interpretación busca involucrar a la audiencia en el tema y lograr que le sea relevante y personal, para inspirarla a continuar aprendiendo y, posiblemente, lograr cambios en su pensamiento y en su comportamiento.

Explorando otras formas de lograr la misma meta, desde el 2008 enfocamos nuestra programación hacia la participación activa. El programa Ciudadano Científico, originalmente desarrollado en la Reserva Natural Hacienda La Esperanza, permite que individuos, aun sin educación científica formal, realicen tareas de investigación tales como observaciones, toma y análisis de datos. A su vez, los científicos y científicas logran contestar preguntas de investigación con la participación de estas personas. (Véase www.ciudadanocientifico.org.)

En el 2010 el Fideicomiso de Conservación emprendió un nuevo proyecto de Ciudadano Científico a nivel isla. El mismo busca trazar un mapa de vida identificando elementos y procesos claves para mantener ecosistemas funcionales. Las personas participantes recopilan información en el campo con el fin de conocer sobre la calidad de las cuencas hidrográficas y de los ecosistemas terrestres y costeros. También recogen datos sobre diversidad biológica y conectividad entre hábitats y documentan interacciones entre humanos y naturaleza. La información será integrada a nuestros sistemas de información geográfica, sirviendo de herramienta para la toma de decisiones y en el desarrollo de planes de uso de terreno, conforme con la necesidad de proteger los servicios de los ecosistemas que son esenciales para sustentar la vida en Puerto Rico.

El Fideicomiso de Conservación también colabora con la Sociedad Ornitológica Puertorriqueña (SOPI) para establecer y promover la página de Puerto Rico E-Bird (http://ebird. org/content/pr), una herramienta para que aficionados y científicos guarden sus observaciones de aves en una base de datos compartida mundialmente. Conjuntamente, el Fideicomiso ofrece el recorrido de avistamiento de aves “Pajareando con Sentido”, en el que las personas participantes aprenden a identificar y registrar aves mientras disfrutan del entorno natural.

Este año, en colaboración con el International Institute of Tropical Forestry, el Fideicomiso de Conservación dará curso al programa “Árboles Campeones”. A través de actividades programadas, cualquier persona podrá ayudar a localizar y determinar el estado de 140 árboles campeones existentes y nominar nuevos árboles. En este proyecto, el público participa en la recopilación de información científica y se promueve la protección de nuestros árboles más viejos. (Para más información, puede contactar a Juan Rodríguez en la dirección electrónica rodriguezj@ fideicomiso.org.)

Los programas del Fideicomiso de Conservación, sumados a otras iniciativas potenciales, pueden contribuir a un turismo de la naturaleza y a un ecoturismo que ofrezca a la persona visitante una experiencia de la cual salga enriquecida y satisfecha. Esta programación podría ser llevada a cabo por organizaciones comunitarias, o entidades privadas, creando una variedad de oportunidades para que las personas visitantes observen nuestra rica naturaleza, conociéndola y ayudando a conservarla. Podrían quedarse en eco hospederías con las mejores prácticas en construcción y operación y comer en lugares donde se les ofrezcan productos locales y orgánicos. Esta red de servicios generaría empleos y sería un incentivo para la conservación voluntaria.

Es más fácil seguir haciendo lo de siempre, porque es lo que conocemos y no requiere de que nos organicemos y colaboremos, pero estamos dejando pasar otra oportunidad. Una oportunidad para verdaderamente diversificar nuestra oferta turística, cautivando visitantes que actualmente no se sienten atraídos por Puerto Rico porque no ofrecemos lo que están buscando. No nos engañemos con falsa publicidad. Construyamos algo que pueda contribuir a la conservación de Puerto Rico, al crear beneficios económicos y sociales para las comunidades que cuentan con áreas de increíble valor ecológico.

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