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“Una Casa de Madera en el Campo”

Por: Dr. Fernando Abruña, FAIA Arquitecto

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Cuando hablamos de edificios ecológicos, verdes, sustentables o sostenibles lo primero que nos viene a la mente es una imagen idílica, generalmente fantasiosa y probablemente falsa o equivocada. “Una casa de madera en el campo” es lo que con frecuencia oímos decir a mucha gente cuando hablamos de este tipo de edificios.

Esta idea y deseo de muchos. puede parecer a primera vista uno inocuo pero... analicemos lo que estamos diciendo y lo que con ello significamos. A continuación les presento algunas preguntas iniciales que nos debemos hacer: ¿Cuan grande es la casa?, ¿Es la madera un material sostenible en Puerto Rico?, Es el “campo” (tierra virgen) el mejor lugar para edificar?

¿Cuán grande es la Casa?

El tamaño de la vivienda puede fluctuar desde muy pocos hasta miles de pies cuadrados en área. Existe un movimiento, (aún en estado embriónico) de micro-casas que fluctúan típicamente entre 75 y 250 pies cuadrados, Sí...así de pequeñas aunque parezca increíble.. También existen viviendas de personas de mucho poder económico que fluctúan entre 20 y 50 mil pies cuadrados, algunas hasta de mayor tamaño. Probablemente “la casa de madera en el campo” en que estamos pensando no esté en ninguno de estos dos extremos pero presento los mismos de forma polémica para que seamos críticos al determinar el tamaño necesario de nuestras viviendas.

¿Es la madera un material sostenible en Puerto Rico?

En Puerto Rico NO existe una industria maderera que pueda suplir las necesidades actuales de construcción. Para todos los efectos prácticos, toda la madera que utilizamos en Puerto Rico es importada del exterior. Algunas maderas provienen de bosques de paises tropicales. Con frecuencia no sabemos la procedencia de ésta. “De buenas intenciones está pavimentado el camino al infierno” dice un refrán popular que muy bien puede aplicar a este escenario. Pensando que la madera es un material restituible en la naturaleza podríamos estar patrocinando, sin saberlo, algún aserradero que opera sin las mínimas estructuras operacionales, haciendo talas indiscriminadas de árboles creando las condiciones que abonan a la desertificación de los bosques. Si a esto añadimos que las maderas que utilizamos en su gran mayoría están protegidas de la polilla y el comején con químicos tóxicos al ambiente y al ser humano, el escenario se complica aún más. Otra consideración al hacer uso de la madera como material de construcción tiene que ver con la rapidez en que la Naturaleza se re-establece del daño que se le hace al talar un árbol para uso en la construcción. La madera de ausubo y la de ébano, tardan, por ejemplo, cerca de 30 a 40 años en crecer a un tamaño propio para su tala. Un árbol de pino llega a su madurez de tala en tan solo 10 años. Resulta evidente, entonces que la mera decisión del tipo de madera que utilizamos hace una gran diferencia en el tiempo que le toma a la Naturaleza “curar su herida”. En nuestra isla, y hasta que no tengamos una industria maderera local, el hormigón sigue siendo, aunque parezca lo contrario una opción viable para la construcción.

¿Es el “campo” (tierra virgen) el mejor lugar para edificar?

Con lo que hemos dicho anteriormente, ya el lector se sospechará que la contestación es en la negativa. Existen en TODOS los centros urbanos de TODOS los pueblos de Puerto Rico estructuras vacias, abandonadas o en desuso. Estas son las primeras que debemos considerar antes de pensar en invadir tierra virgen para ocupar. Es en las ciudades donde ya existe la infraestructura de carreteras, servicios educativos, culturales, recreativos, centros de producción, comunicaciones, agua, electricidad y otros. El construir “en el campo” supone llevar todos estos servicios e infraestructura a un costo enorme, no solo desde el punto de vista económico y ecológico si no además desde el punto de vista de un sabio uso de nuestros recursos y energía.

En resumen... “Una casa de madera en el campo” NO es necesariamente la solución sostenible en el Puerto Rico que vivimos actualmente.

Quiero cerrar esta primera colaboración en “Corriente Verde” con el siguiente pensamiento (en el cual abundaremos en una futura ocasión): “El mejor edificio sostenible es aquel que hacemos innecesario construir a través del diseño inteligente".

El autor es Arquitecto practicante, Catedrático de la Escuela de Arquitectura de la UPR, Fellow del American Institute of Architects, fundador y pasado presidente del US Green Building Council del Caribe y la autoridad reconocida sobre el tema en Puerto Rico.

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