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LA PANDEMIA:
¿CÓMO USAMOS NUESTROS EDIFICIOS Y CIUDADES?

Al haberse cumplido poco más de un año desde el inicio de la pandemia creada por el COVID 19, aún nos quedan muchas interrogantes con relación a su efecto en la arquitectura y los ambientes construidos sostenibles, resilientes y saludables.

Algunos cambios serán de corto plazo en lo que las vacunas logran la inmunidad comunitaria (prefiero este término al de inmunidad de rebaño...no somos ovejas). Otros serán de mayor duración en función de lo que nos depara el futuro cercano con relación a las variantes del virus y a otras complicaciones que puedan aparecer y de las que aún no nos hemos percatado. El futuro, después de todo, está lleno de sorpresas, aún con las mejores proyecciones que puedan hacer los estudiosos y estudiosas del devenir.

Muchas personas recordaremos cómo cambiaron los códigos de construcción luego del fuego del Hotel DuPont Plaza en el año 1986 y del paso del huracán María en el 2017; es de esperarse lo mismo con los recientes terremotos del suroeste en la Isla. Presumiblemente, tendremos también una revisión de los códigos una vez superemos la pandemia del Coronavirus y hayamos aprendido las lecciones para estar mejor preparados y preparadas en el futuro.

Dr. Fernando Abruña, FAIA
Arquitecto

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A continuación, presento una serie de interrogantes para hacernos reflexionar sobre el futuro de la arquitectura y de las ciudades vis a vis la presencia de virus que parecen haber venido para quedarse.

Desde la perspectiva de la planificación, ¿como responderemos a este nuevo criterio que puede afectar la manera en que proyectamos el ordenamiento territorial de nuestro suelo? ¿Que morfologías de desarrollo son más vulnerables a un virus como el COVID 19? Si el distanciamiento físico es uno de los instrumentos principales para controlar esta pandemia, ¿cómo afecta esto nuestra visión de la densificación urbana y de las ciudades compactas como algo a fomentar, o de los centros históricos a conservar? ¿Son, -o tienen que ser por obligación-, las comunidades informales, los centros urbanos y los condominios multi-pisos densamente poblados más vulnerables que los suburbios o la ruralidad? ¿Podemos desarrollar tecnologías o estrategias de diseño y construcción que atiendan esto? ¿De qué manera respondemos a estos retos? ¿Cómo será la ciudad del futuro a la luz de los efectos devastadores de esta pandemia? ¿De qué manera responderemos ante el aislamiento social que se promueve como herramienta importante de control de este virus? Algunas personas diferencian el distanciamiento físico del social dando a entender que el contacto social puede sustituirse por el virtual a través de plataformas digitales. ¿Podemos, realmente, sustituir la experiencia multisensorial y emotiva de un apretón de manos a una persona conocida, o un abrazo a un amigo o amiga, o un beso a un ser querido con una experiencia virtual? Las plataformas digitales/virtuales pueden ser, quizás y estirando elásticamente el concepto, un facsímil más o menos razonable...pero no un sustituto.

¿Como se afectará el comercio, la educación y el ambiente de trabajo ahora que exploramos otros escenarios, posibilidades y opciones para enfrentar la crisis y llevar a cabo estas importantes actividades sociales? ¿Y el trabajo a distancia? La educación a distancia, que previamente a esta pandemia se consideraba como una opción de resguardo, ahora se ve con otra óptica... una opción primaria de educación. Bajo esta nueva realidad, ¿serán necesarias las aulas de bloques y hormigón como actualmente las concebimos?  ¿Cómo se aquilatan o reevalúan las opciones del “home schooling”? 

¿Tendremos modalidades diferentes de educación para la niñez y para las personas adultas? Quizás la opción de educación remota pueda adaptarse mejor a las personas adultas que a los niños y niñas que necesitan el contacto social y personal en esos años formativos de su psiquis y personalidad. ¿Serán los restaurantes principalmente actividades que conecten cocinas y consumidores suprimiendo las salas de comensales donde nos conectamos socialmente? ¿Cómo hacemos todos estos ajustes sin perder nuestra virtud principal: ...ser humanos, ser gregarios? 

¿Deberán las oficinas de arquitectura, que atienden tipologías edilicias de la salud, incorporar en sus equipos de diseño a médicas, enfermeros, asistentes y/o técnicos de la salud para mejorar el diseño de estas instalaciones? ¿A qué riesgos se expone la comunidad salubrista en sus ambientes de trabajo? ¿Cómo atendemos esos riesgos? ¿Es posible mitigarlos a través de la arquitectura?

Aún no sabemos con total certidumbre cuánto tiempo puede permanecer el coronavirus en diferentes materiales. Estudios del New England Journal of Medicine descubrió que el virus puede permanecer viable en el aire hasta tres horas, en cobre hasta cuatro, en cartón hasta 24 y en plásticos y acero inoxidable hasta 72. Otras fuentes indican 96 horas sobre superficies de vidrio y 36 sobre laminados plásticos que con frecuencia cubren los topes de cocina. ¿Cómo se afectará el uso de los diferentes materiales de construcción vis a vis el tiempo que los virus viven activamente sobre ellos? ¿Qué riesgos supone un pomo o picaporte de puerta hecho en acero inoxidable? ¿Qué riesgos de seguridad contra vandalismos y robos supondría un sustituto menos fuerte físicamente, pero más resistente contra la presencia del virus? ¿Cómo reevaluamos el uso del vidrio y los materiales plásticos en ambientes interiores? 

Ahora que nuestras viviendas se han convertido en el refugio contra el virus del COVID 19  y desde ellas las personas nos hemos visto forzadas a llevar a cabo actividades familiares, de trabajo y educación, entre otras, a la misma vez, ¿se afectará la morfología de nuestras viviendas? ¿Debemos rescatar los balcones de entrada a la casa o el concepto del vestíbulo de recepción donde en antaño dejábamos separados el paraguas, la capa, el maletín, las llaves y las bacterias y virus? ¿Que tal rescatar lo que se denomina como el “mud room” donde nos quitábamos las botas de trabajo, cercano a la entrada por la cocina o el garaje,  y cuyas raíces  se remontan a la sociedad agraria cuando veníamos de las siembras “fangosas y sucias” al interior “limpio” del hogar? ¿Debemos adoptar medidas de culturas orientales que acostumbran dejar sus zapatos a la entrada de la vivienda tratando de evitar contaminar el ambiente interior? ¿Y qué de los hogares para personas de la tercera edad? ¿Cómo se reconcilian estos espacios como vivienda plural donde la salud de sus habitantes es la prioridad?

¿Cómo atendemos el interior de nuestros hogares? ¿Debemos re-evaluar el concepto de la planta de piso abierta? ¿Cómo podemos ajustar ese concepto deseable desde el punto de vista social con las nuevas realidades salubristas? Ya se discute entre círculos académicos y profesionales la creación de un cuarto de aislamiento para atender emergencias de salud como la que actualmente atravesamos. ¿Qué tal si dotamos la habitación de huéspedes con un baño y cocineta, a manera de un “pequeñito apartamento” separado del resto de la vivienda, para “acuarentenar” a integrantes de la familia mientras se recuperan, sin exponer a demás familiares al riesgo de contagio con la enfermedad?. ¿Cómo re-pensamos la configuración de las cocinas? ¿Cómo re-concebimos los baños públicos y privados? Es en estos espacios donde existen mayores posibilidades de contagio y propagación de virus y bacterias por la naturaleza misma de las actividades que en ellas se desarrollan. ¿Cómo diseñamos “el nuevo baño”...o la “nueva cocina” antivirus? Ya existen, por ejemplo, cabinas plásticas, para duchas, que incorporan superficies antibacterianas sobre ellas. 

En Puerto Rico existen varias cátedras donde se desarrollan investigaciones para atender estos escenarios y ahora realidades de salud en el contexto de los espacios construidos que habitamos. El Dr. Humberto Cavallín, catedrático de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Puerto Rico, es uno de los investigadores del diseño arquitectónico que lleva la voz de liderazgo en esto, en combinación con profesionales en el campo de la salud.

Un beneficio marginal que se ha detectado e informado es que las emisiones de dióxido de carbono, uno de los principales gases que ocasiona el cambio climático, han mermado radicalmente por la reducción de nuestra movilidad por vía de la transportación pública y privada...veremos hasta cuándo. ¡Superaremos este reto! Espero que las soluciones, sin embargo, no comprometan nuestra humanidad. Somos, ante todo, seres sociales que necesitamos el afecto... y el contacto físico para expresarlo en los espacios que como arquitectos y arquitectas diseñamos.

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