Inusual arquitectura para vivir con la naturaleza
Por: Wilfredo Méndez, M.Arch, AIT
Históricamente, la arquitectura ha sido el modo principal para comunicar la cultura, el legado y la historia de antiguas civilizaciones. Esa historia ha servido a las sociedades contemporáneas a veces de inspiración, otras veces como advertencia y otras hasta de modelo para lograr cimentar su propia cultura de una manera más segura e innovadora. Es por esto que toda persona arquitecta y diseñadora fomenta la creación de obras que dejen rastro y que, de ese modo, se conviertan en legado para futuras generaciones. No obstante, esta premisa ha llegado a fomentar en la actualidad edificaciones que se imponen de tal manera en su contexto que hacen más daño que bien, sobretodo al entorno natural. Por eso, cuatro estudiantes de la Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico han diseñado una solución residencial que precisamente cuestiona la validez de este paradigma de construcción imperante en la sociedad contemporánea.
Un diseño que, en lugar de exponerse, se oculta y, en lugar de imponerse, se retrae, una forma que no está sobre el contexto, sino que se transforma en el contexto, una arquitectura que no adapta la naturaleza a sus condiciones, sino que se adapta a las condiciones de la naturaleza es, en fin, lo que este grupo de estudiantes propone. Es una inusual manera de hacer arquitectura porque su objetivo es no dejar rastro. La propuesta de María D. Aybar-Imbert Rivera, Natasha Yordan, Christian Reyes y Carlos Vigo fue reconocida como la mejor de entre 21 propuestas residenciales que compitieron en la primera edición de Without A Trace, una competencia organizada por el arquitecto Luis Badillo y su unidad de Tecnología de la Edificación y Sustentabilidad en la Escuela de Arquitectura de la PUCPR.
El reto principal de la competencia era diseñar, dentro de un contexto rural, un espacio residencial que fuese lo menos invasivo posible. La solución del grupo de estudiantes consistió de una simple forma rectangular enterrada en la tierra. La propuesta cuasi subterránea sólo deja ver una serie de ventanas que sostiene el techo que parece flotar en el predio. El techo verde propuesto para este singular refugio re-utiliza parte de la tierra excavada, por lo que el diseño arquitectónico plantea ser parte de la naturaleza tal y como existía antes de ser intervenida. Así el proyecto no fomenta el protagonismo arquitectónico, sino que busca por el contrario acentuar los beneficios del contexto ya existente. Una de las primeras interrogantes que se planteó el grupo fue ¿cómo se diseña una arquitectura que sea invisible dentro del contexto? Por eso, el diseño final desaparece en cierto modo del predio y se camufla bajo el manto vegetal que cubre el resto del entorno natural.
El proyecto mide ciertos beneficios de este modelo ecológico. Algunos de los identificados son: (1) una muy reducida carga térmica que genera espacios interiores muy frescos, (2) amplios espacios de terrazas naturales, (3) conexión continua con la naturaleza en toda la casa y (4) gran seguridad del diseño por tratarse de una estructura con ventanas muy inaccesibles desde el exterior. El proyecto, además, tiene importantes repercusiones como la conservación de los limitados recursos naturales y del suelo útil, amenazado cada vez más por la mancha urbana. El éxito de este proyecto «sin rastro» es que imita el contexto, funcional y visualmente, promoviendo una vida en contacto con la naturaleza y sus beneficios.
En lugares como Puerto Rico, donde la mayor parte de su extensión territorial es aún rural, este proyecto es una opción real para conservar los importantes recursos naturales que tanto necesitamos proteger. El diseño fue seleccionado por un jurado que incluyó al Arq. Fernando Abruña, FAIA, al Arq. Vincent Pieri, AIA, LEED, y al Arq. Peter Gluck de la firma internacional GLUCK+ en la Ciudad de Nueva York. En estos momentos en los que la arquitectura e incluso el diseño urbano global atraviesan una etapa de re-ingeniería ecológica, propuestas como esta comienzan a abrirse paso como parte de las opciones que fomentan un futuro más saludable y verdaderamente sustentable para las nuevas generaciones: un futuro de protagonismo natural.