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DR. PABLO A. MÉNDEZ LÁZARO

EL AGUA: UN RECURSO LIMITADO

Méndez Tejeda: Pablo, ¿qué tan importante es el agua para la humanidad?

Méndez Lázaro: El agua es uno de los recursos naturales más preciados para el ser humano y su entorno, del que depende toda la vida sobre la Tierra. Este recurso es de vital importancia para el desarrollo de culturas, pueblos y ciudades y el más básico de las necesidades humanas.

 

Méndez Tejeda: ¿De qué cantidad de agua dispone la humanidad?

Méndez Lázaro: Las aguas continentales representan menos del 1% de los recursos hídricos del planeta. Un 97% de este recurso se encuentra en el océano y el 2% restante se encuentra en forma de glaciares, de nieve y de hielo; no obstante, son las aguas continentales las desproporcionalmente importantes para el ser humano.

Méndez Tejeda: De toda esa agua, ¿qué cantidad es tomable?

Méndez Lázaro: Se estima que el agua dulce representa sólo un 2.5% de los recursos hídricos del planeta. Este porcentaje se encuentra en lagos y reservas, de manera subterránea en forma de acuíferos y, por último, en forma de glaciares y cubierta de nieve permanente. Debido a estas características especiales del agua dulce, se suele decir de forma general que el agua es un recurso abundante, pero poco accesible para el ser humano.

Méndez Tejeda: ¿Cuáles serían nuestros reservorios de agua más importantes?

Méndez Lázaro: Las cuencas hidrográficas integran todas las aguas superficiales de un sistema de drenaje natural y cumplen un papel importante como fuente de alimento, abastecimiento de agua, energía, recreación y transporte. Estos flujos de agua son cruciales para la salud y productividad de estuarios y aguas costeras, por lo cual las cuencas también proveen una unión crucial entre tierra, mar y atmósfera.

Méndez Tejeda: ¿Por qué se ha afectado la producción de agua?

Méndez Lázaro: En la actualidad, la población mundial crece, aumenta el desarrollo urbano, se transforma el paisaje, aumenta la demanda por los recursos, se cambia el uso del suelo, se deforesta y se fomenta la necesidad de infraestructuras ante las necesidades humanas. Debido a ello, se fragmentan los paisajes, se construyen carreteras, puentes, represas, canalizaciones de ríos y diques, que alteran el ciclo hidrológico, el ciclo de sedimentación, erosión, nutrientes y escorrentías. Estas actividades fomentan un desarrollo urbano que ocasiona mayor presión sobre los ecosistemas, la transformación del paisaje y mayor demanda e impacto sobre los recursos.

Méndez Tejeda: Podrías hacerme un recuento corto de los intentos que han hecho las instituciones y/o gobiernos por salvar la poca agua tomable que tenemos.

Méndez Lázaro: Existen muchos programas hoy día, enfocados en temas medioambientales. Se fundamentan en la conferencia realizada en 1972 en Estocolmo con el nombre de Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Dos décadas después se realizó la Agenda 21, Río 92, en Brasil. En ella se resaltó la necesidad de crear planes y programas basados en la gestión ambiental. Luego, el 12 de diciembre de 2002, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró el año 2003 como “Lanzamiento del Año Internacional del Agua Dulce”. Casi un año más tarde, 9 de febrero de 2004, una resolución aprobada por la Asamblea General reafirmó nuestro compromiso como seres humanos de ordenar los recursos hídricos y declaró el Decenio Internacional para la Acción, “El agua, fuente de vida” 2005-2015. El mensaje dado por el Secretario General de la ONU con motivo del Día Mundial del Agua el 22 de marzo de 2005 fue dirigido a la gestión integrada de los recursos hídricos, la escasez, la salud, el medio ambiente, la prevención de desastres, la cultura, la energía y la agricultura.

Méndez Tejeda: ¿Entiendes que las políticas de manejo del agua en Puerto Rico son las adecuadas?

Méndez Lázaro: Hasta el momento no. La isla necesita políticas adecuadas y buenas prácticas de manejo para orientar a la población hacia un mejor uso del recurso, hacia una cultura del agua. Sin embargo, el mayor problema lo observamos en cómo identificar maneras eficientes de conservar y utilizar el recurso. Urge realizar inversiones esenciales dirigidas a infraestructura y a concientizar más al pueblo sobre los problemas y las soluciones que se enfrentan en este campo. Se debe recalcar en la isla que, aun cuando el agua puede ser considerada como un recurso renovable, la contaminación, la polución, la mala gestión, las variaciones climáticas y otros factores pueden reducir su cantidad y disponibilidad.

Méndez Tejeda: ¿Qué sugieres para cambiar la cultura del mal uso del agua en la Isla?

Méndez Lázaro: Para mí, es inconcebible que en pleno siglo XXI todavía utilicemos en Puerto Rico el “agua potable” para los inodoros. Esto significa que usamos el agua más cara del país y la de mejor calidad para enviarla directamente al sistema sanitario. El uso del inodoro puede representar entre 30 a 40% del uso del agua en una residencia común. El agua potable es considerada como el recurso más caro, limitado y más preciado por el ser humano. Por tal motivo, exhorto a que implantemos alternativas con acciones directas y no continuemos con las recomendaciones obsoletas (cierra el grifo cuando te laves los dientes, etc.). En temporadas de sequía, lamentablemente las recomendaciones recaen en oídos sordos.

¿Ha vivido experiencias de ahorro y manejo de agua que nos puedas recomendar?

Méndez Lázaro: Me viene a la mente un ejemplo sencillo que usan en muchas islas del Caribe y que han implantado otros países como medidas de adaptación al cambio climático para minimizar el gasto de agua potable y aumentar la superficie de captación. Existen sistemas de recolección de agua en los techos de las casas, los centros comerciales, las escuelas públicas y privadas, las universidades (públicas y privadas), los hoteles y los aeropuertos. Por cierto, en épocas pasadas existía en Puerto Rico un sistema de aljibes (concepto árabe que se relaciona con almacenaje y distribución del recurso hídrico). El recogido de agua en los techos no sólo aumenta la capacidad de retención y almacenaje de agua, sino que minimiza los costos del uso del agua y la cantidad de agua que potencialmente se convertiría en escorrentía superficial en zonas urbanas, minimizando de esta manera el impacto de las inundaciones.

Mientras Puerto Rico se mantenga sólo en las recomendaciones y no pase a la acción, las alternativas de adaptación en cuanto a recursos hídricos se refiere se verán limitadas y nuestro recurso hídrico, tan importante para mantener un sistema económico, social y ambiental estable, se podrá ver comprometido como ha ocurrido en pasadas ocasiones.

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