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El cambio climático y sus efectos en Puerto Rico

Por: Dr. Rafael Méndez Tejeda

Universidad de Puerto Rico en Carolina Miembo del Consejo de Cambio Climático de Puerto Rico

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Desde que se tienen registros de datos de temperaturas, la última década (2000-2009) ha sido la más caliente, superando la anterior que también tuvo registros extremadamente elevados. Esto representa un aumento en las temperaturas globales sin precedentes en los últimos 2000 años. La mayoría de los investigadores y de las investigadoras están de acuerdo en que los seres humanos ejercen un impacto directo sobre este proceso de calentamiento abrupto.

La atmósfera de la Tierra está compuesta por una gran variedad de gases. Los más abundantes son el nitrógeno (78%) y el oxígeno (21%). El resto representa menos del 1% de la totalidad de estos gases. Algunos como el dióxido de carbono, el metano, el vapor de agua y el dióxido de nitrógeno reciben el nombre de gases de efecto invernadero. En pequeñas concentraciones, los gases de invernadero son necesarios para nuestra supervivencia. Cuando la luz solar llega a la Tierra, parte de esta energía se refleja en las nubes y en el polvo atmosférico; el resto atraviesa la atmósfera y llega al suelo. Debido a ella, puede desarrollarse la vida en nuestro planeta. Sin embargo, no toda la energía que llega del Sol es absorbida por la Tierra; una parte es “devuelta” al espacio. Como la Tierra es mucho más fría que el Sol, no puede devolverla en forma de luz y calor. Por eso, lo hace de una manera diferente. La envía en forma de energía llamada “infrarroja”. Este proceso ocurre mayormente por las noches y es lo que se conoce como albedo.


Los gases de efecto invernadero atrapan la energía infrarroja (de onda larga), que es emanada por la Tierra, calentando su superficie, así como el aire que la rodea. Estos gases de efecto invernadero pueden tener dos orígenes: natural (generado por volcanes, pantanos, etc...) o antropogénico (generado por los seres humanos). Si no existieran los gases de invernadero de origen natural, el planeta sería 30°C (86°F) más frío de lo que es ahora. En esas condiciones, probablemente la vida nunca hubiera podido desarrollarse. Esto es lo que sucede, por ejemplo, en Marte.

El aporte de los seres humanos al efecto invernadero, desde su llegada a la Tierra, había aumentado la temperatura del planeta aproximadamente en 3°C hasta el siglo pasado. Sin embargo, solo en el último siglo, ésta aumentó 0.74°C, lo que representa un acrecentamiento alarmante en tan poco tiempo.


En el pasado, la Tierra ha tenido diversos cambios climáticos. Marte tiene casi el mismo tamaño de la Tierra y está a una distancia del Sol muy similar, pero es tan frío que no existe agua líquida (sólo hay hielo), ni se ha descubierto vida de ningún tipo. Esto se debe a que su atmósfera es mucho más delgada y casi no tiene gases de invernadero. Por otro lado, Venus tiene una atmósfera muy espesa, compuesta casi en su totalidad por gases de invernadero. Su temperatura es 450ºC más caliente de lo que sería sin esos gases. Por lo tanto, es una suerte que nuestro planeta tenga la cantidad apropiada de gases de invernadero. Sin embargo, la preocupación científica es que ese balance se vea alterado, ocasionando consecuencias en el clima global debido a la rapidez con que se está produciendo este calentamiento, lo cual puede inducir a que los cambios normales en clima ocurran antes de tiempo.

En cuanto a Puerto Rico, el aumento de las temperaturas diarias se sintió durante todo el verano del 2009 y se extendió hasta el otoño. El pasado noviembre ha sido el noviembre más caluroso de los últimos cincuenta años y, a la vez, el más lluvioso de los últimos treinta. El fenómeno ha incidido en pérdida de las zonas costeras; más del setenta por ciento de los arrecifes de coral se han afectado por el calentamiento de las aguas. A ello se suma el alarmante aumento en los casos de dengue y de enfermedades respiratorias en los últimos años. Así mismo, han sufrido impacto los ecosistemas, tanto en las especies de coquíes, como en las de las aves y plantas. Éstos son, a fin de cuentas, sólo alguno de indicadores del efecto del cambio climático.


Aun cuando no es posible cuantificar todas las consecuencias de este fenómeno climático, la actitud más sensata es la prevención. El Panel Intergubernamental de Cambio Climático de la ONU (IPCC), organismo que evalúa el impacto del fenómeno, aconseja, en primer lugar, educar a la ciudadana para que haga un mejor uso, eficiente, de la energía. También recomienda utilizar energías renovables, reducir, reciclar y reutilizar, lo cual produciría una disminución del consumo de combustibles fósiles y, por lo tanto, de nuestro aporte de anhídrido carbónico a la atmósfera. Con el propósito de prevenir y mitigar el impacto, la reforestación es vital para aumentar los medios naturales de eliminación del anhídrido carbónico. En cualquier caso, lo importante es ser conscientes de cómo, en muchas ocasiones, nuestras acciones individuales influyen, tanto sobre la atmósfera, como sobre la vida del planeta.

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