
Sostenibilidad Alimentaria y Cultivos Agrícolas en la Ciudad
Por: Juan Carlos Gallisá Becerra
Arquitecto y agricultor urbano. Autor de los libros Rehabilitación agro-urbana de la ciudad y Cultivos agrícola-urbanos.

Vivimos en una época donde la población del mundo sigue aumentando, nuestras ciudades necesitan crecer para acoger más habitantes y la disponibilidad de terrenos con potencial agrícola en nuestro planeta sigue disminuyendo mayormente a causa del cambio climático. La agricultura industrializada y globalizada continúa creciendo con empresas multinacionales que buscan maximizar ganancias capitales con métodos de cultivo perjudiciales al medioambiente y al ser humano.
Los datos anteriores no vislumbran un futuro prometedor para nuestra seguridad alimentaria mundial, y Puerto Rico, por si todavía alguien no se ha enterado, es una isla que importa más del 85% de los alimentos que consume, lo cual nos hace muy vulnerables al problema de seguridad alimentaria. Se necesitan cambios drásticos en la forma de producir nuestros alimentos a nivel mundial. Algunas de las estrategias que discuten las personas expertas en el tema de sostenibilidad alimentaria son las siguientes:
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Más agricultura ecológica- Reducir la producción agrícola industrial con uso de agroquímicos y aumentar las producciones de alimentos con métodos agroecológicos.
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Más soberanía alimentaria- Reducir la producción global de las multinacionales agrícolas y aumentar las producciones de pequeños y medianos agro-empresarios locales.
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Mejores tecnologías agrícolas- Intensificar la producción agrícola con tecnologías que requieran un menor consumo de suelo, agua y otros recursos (siembras verticales, hidropónicas e incorporación de alta tecnología en cultivos).
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Más agricultura urbana- Aumentar las producciones agrícolas en las ciudades.
Posiblemente todas estas estrategias serán necesarias en un futuro cercano, pero preferimos en este artículo enfocarnos en aumentar la producción agrícola en la ciudad por los múltiples beneficios que tiene esta estrategia para la seguridad alimentaria, el medioambiente, la ciudad y el ser humano. Algunos de estos beneficios son:
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Optimización del sistema agroalimentario- Mientras más acercamos la producción al consumo menos alimentos se pierden. Actualmente a nivel mundial se pierde aproximadamente una tercera parte de los alimentos que se producen. Antes de pensar en aumentar la producción agrícola para el futuro, debemos primero pensar en optimizar el sistema agroalimentario que tenemos.
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Mejora del medioambiente- Con más producción agrícola en la ciudad serían menos los terrenos agrícolas que suplanten terrenos ecológicos y recursos naturales de alto valor. Mientras que, con más agricultura en la ciudad, se aumentaría la infraestructura verde que aporta a una mayor biodiversidad, mayor producción de oxígeno, mayor filtración y descontaminación de la atmósfera y mayor capacidad de reducir las temperaturas en la ciudad.
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Mejora de la interacción social entre vecinos y vecinas- Los huertos caseros y sobre todo los huertos comunitarios permiten una mayor interacción entre las personas vecinas que comparten labores en los huertos, intercambian productos agrícolas y estrechan lazos de solidaridad con otras causas sociales.
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Aportación a un desarrollo económico local- Desde la persona empresaria con fincas agrícolas urbanas hasta pequeño y mediano empresariado que produce, procesa, distribuye o mercadea alimentos en la ciudad, todos pueden beneficiarse económicamente. Si bien es cierto que muy poca gente se haga rica con la agricultura urbana, también es cierto que muy poca gente pasaría hambre teniendo una agricultura urbana desarrollada.
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Mejora de la salud pública- La producción de alimentos en la ciudad con métodos agroecológicos y libres de agroquímicos, produce alimentos más saludables para el ser humano. La visibilidad de los procesos agrícolas, así como la integración de la ciudadanía con los cultivos, crean una mayor conciencia de una alimentación sana y saludable.
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Desarrollo de mayor resiliencia alimentaria- La producción local reduce la dependencia del exterior y nuestra vulnerabilidad a eventos del exterior que no controlamos. Ante eventos climáticos extremos los cultivos en la ciudad pueden estar más protegidos que los cultivos completamente expuestos en la ruralía.
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Oportunidad para trabajar las infraestructuras de la ciudad más interrelacionadamente- La agricultura en la ciudad tiene el potencial de producir mayores beneficios cuando se interrelaciona positivamente con la infraestructura del agua, de la energía y del manejo de residuos.
Si se puede producir un 30% de lo que se consume en la ciudad, ¿porque no hacerlo? Actualmente a nivel mundial se produce un 8% de los alimentos en las ciudades. Durante el periodo especial, la ciudad de la Habana Cuba produjo un 60% de los alimentos que se consumían en la ciudad. Si la producción agrícola actual de Puerto Rico llega apenas a un 15%, ¿por qué no duplicarla con programas de agricultura urbana y sistemas agroalimentarios?
Como muchos de los problemas complejos del desarrollo y del medioambiente, las soluciones también son complejas y variadas. Por tanto, debemos planificar e implementar sistemas agroalimentarios que funcionen para los países. En Puerto Rico se necesitarían políticas públicas que impulsaran programas y proyectos agrícolas de varios tipos y a varias escalas. Esto se puede lograr mediante iniciativas tanto gubernamentales como comunitarias sin descartar las iniciativas individuales de los ciudadanos y cuidadanas que, aunque pueden tener poco impacto si se miran de forma individual, su impacto puede ser enorme si se logran realizar miles de estas acciones individuales en un gran colectivo.
Para estas pequeñas acciones individuales o comunitarias es importante conocer unos fundamentos básicos para la siembra de cultivos agrícolas en la ciudad. Y es que sembrar en la ciudad y sembrar en el campo no es lo mismo. Campo y ciudad tienen múltiples características diferentes que condicionan la forma en que se siembran y desarrollan los cultivos agrícolas. Algunas de estas características diferentes son las siguientes.
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Clima- El clima en el campo es más homogéneo, en la ciudad existen múltiples microclimas con condiciones diferentes causadas por edificios y otros elementos en la ciudad que varían la captación del sol y la temperatura, condicionando el desarrollo de los cultivos.
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Suelo- El suelo natural en el campo por lo regular posee unas buenas capas superficiales de materia orgánica y minerales. En la ciudad los suelos son pobres, impactados por el desarrollo urbano con cortes, rellenos, compactaciones y hasta con basura o desechos urbanos.
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Agua- El agua para cultivos rurales puede provenir de canales de riego u otras fuentes de agua cruda. En la ciudad el agua más disponible es un agua tratada con químicos para potabilizarla. Para un mejor desarrollo de cultivos en la ciudad, deberíamos utilizar agua de lluvia cosechada de los techos.
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Fertilización- En las fincas integradas hay mayor disponibilidad de fertilizantes orgánicos como el estiércol de animales de granja. En la ciudad hay que buscar otras maneras de trabajar con residuos orgánicos que sirvan de fertilizantes.
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Manejo de plagas- Si bien en la ciudad puede haber menos insectos dañinos a los cultivos, también pueden existir menos insectos benéficos que en el campo. Por tanto, el manejo de plagas con métodos ecológicos puede ser diferente.
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Biodiversidad- En el campo trabajas con la biodiversidad existente y la que creas en los cultivos. En la ciudad por lo general existe menos biodiversidad, por tanto, debes crear una que trabaje para los huertos urbanos.
Debemos aprender más de cómo cultivar en la ciudad para tener una mayor producción de alimentos al alcance inmediato y para que nuestras ciudades funcionen mucho mejor con todos los beneficios que pueden resultar de la incorporación de la agricultura en la ciudad. Eugenio María de Hostos decía que “La agricultura es la espina dorsal de un pueblo”, pensamiento que comparto por completo. Por tanto, la espina dorsal no puede estar en otros continentes o países, tampoco debería estar toda en el campo, a las afueras de donde habitamos. Una buena parte de la agricultura debería estar y ser parte de nosotros en el desarrollo de nuestras ciudades.