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Los alimentos modificados genéticamente: su impacto en la salud y en la agricultura

Por: Vilma Calderón

Los alimentos genéticamente modificados están presentes en nuestra dieta desde la década de los 90. Sin embargo, ha sido en los últimos años que el tema ha provocado gran discusión pública tanto entre la comunidad científica como entre el público en general. De acuerdo con el Departamento de Agricultura Federal, alrededor del 80% de los alimentos procesados que consumimos actualmente contienen ingredientes modificados genéticamente. Cuáles son estos, en qué productos se encuentran y cuál es su impacto en la salud y en la agricultura son aspectos de gran interés y pertinencia para la población consumidora. A continuación, discutimos los puntos más relevantes sobre este importante tema.

¿Cómo se aprobaron las semillas modificadas genéticamente?

La Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos (FDA) fue la agencia que aprobó en el 1992 los alimentos modificados genéticamente. La aprobación de estos alimentos llamados también “transgénicos” ocurrió mediante un procedimiento anómalo, bajo la protesta de científicos y científicas de la propia agencia, sin requerir pruebas de seguridad, rotulación especial, ni declaración de impacto ambiental(1). El FDA aprobó los alimentos modificados genéticamente (conocidos también por sus siglas en inglés como GMO) utilizando estudios que realizaron las propias compañías de biotecnología por el corto tiempo de 90 días. La Administración de Drogas y Alimentos aprobó estas nuevas semillas usando el principio pseudocientífico de la “equivalencia substancial”, alegando que el maíz y los otras semillas transgénicas eran substancialmente iguales a las naturales, por lo que no era necesario establecer nuevas regulaciones o un etiquetado diferente. Bajo este principio se aseguró que si ambos cultivos mantienen el mismo fenotipo (características físicas) y una aportación nutricional similar, entonces ambos tipos de semillas mantienen los mismos riesgos. De este modo, no se consideró el importante aspecto que ha generado el gran debate sobre los alimentos modificados genéticamente: el riesgo toxicológico de estas nuevas semillas. Así, y bajo la autorización del FDA, se introdujeron al mercado estas semillas modificadas genéticamente, que constituyen probablemente el cambio más dramático que ha sufrido la industria de alimentos, sin aviso a la población y sin estudios longitudinales que demostraran su seguridad.

¿Qué son los alimentos modificados genéticamente?

La modificación genética de los alimentos se refiere a la inserción de un gen (en ocasiones puede ser la eliminación o inactivación de uno) extraño al genoma de otro organismo recipiente, causando un cambio en la secuencia normal del código genético de la planta. Esto se hace con el fin de provocar alteraciones en su expresión genética, sus propiedades y características. Esta modificación genética se basa en la afirmación científica de que es en el DNA de los organismos donde se encuentran las características e instrucciones que pasan al RNA y que se expresan en las proteínas, donde son responsables de cada característica. Por lo tanto, la modificación de un gen implica un cambio en esa característica en particular sin otras consecuencias en el organismo. Sin embargo, esta premisa no contempla las múltiples formas de interconexión entre un mismo organismo, por lo que la modificación de un solo gen puede llevar a cambios inesperados. La realidad es que, tanto la incorporación de un gen extraño a un organismo, como una pequeña modificación en el lugar de inserción en la cadena del DNA, pueden provocar innumerables cambios y riesgos que la ciencia no tiene la capacidad de anticipar en su totalidad. De hecho, para que una planta logre desarrollarse con éxito después de la inserción del gen extraño, se necesita experimentar con miles y miles de células hasta lograr que unas pocas logren la forzosa incorporación de forma satisfactoria. Estas son las células que se tienen que exponer a hormonas, antibióticos y otras sustancias o procedimientos para lograr finalmente el desarrollo de estas semillas. De ningún modo esta tecnología es similar al cruce natural de semillas, como ocurre en la naturaleza con el paso de miles de años. El cruce en la naturaleza en las variedades de maíz, trigo y otras semillas ocurre entre especies similares y no entre plantas y animales. Por ejemplo, entre maíz con maíz y no un cruce entre maíz y genes de bacterias.

La producción de las semillas modificadas genéticamente ocurre con las dos tecnologías principales que dominan el mercado usadas por la industria de la biotecnología transgénica: los cultivos “Round up Ready” y los cultivos Bt. “Round up Ready” se refiere a la producción de cultivos resistentes al herbicida Roundup y a su ingrediente principal, el glifosato, de tal modo que las semillas puedan sobrevivir a aplicaciones indiscriminadas de este pesticida. El propósito es poder usar grandes cantidades de este herbicida para matar la maleza sin que muera la semilla que se está cultivando. Por otro lado, la tecnología Bt se refiere al diseño de plantas que producen su propio insecticida (la toxina de la bacteria BacillusTuringiensis) en el tejido vegetal con el objetivo de que la misma planta logre la mortalidad de una amplia gama de insectos.

Los principales alimentos que están modificados genéticamente y que actualmente se encuentran en una gran variedad de productos son: el maíz (con sus derivados como el “high fructose corn syrup”, los cereales de maíz, el aceite y otros), la soya, la canola, el algodón y el azúcar de remolacha. Dentro de la industria de alimentos ya se sabe que casi la totalidad de estos productos que se le venden al pueblo consumidor están modificados genéticamente. Para el 1996, sólo el 2% de la soya que se vendía en Estados Unidos era transgénica. Sin embargo, ya para el 2008, el 90% de la soya que se vendía estaba modificada genéticamente. Los reportes a niveles mundiales indican que actualmente el 94% de la soya, el 88% del maíz, el 93% del algodón, el 90% de la canola y el 95 % del azúcar de remolacha que se venden son de origen transgénico. Existen otros productos que también se cultivan de forma transgénica, aunque en una menor escala. Estos son la papaya (principalmente en Hawai), la alfalfa, el zuchini y el “crookneck squash”. Actualmente, las manzanas y las papas ya están aprobadas para lanzarlas muy pronto al mercado. De igual forma, también está aprobado el salmón transgénico y se continúa la experimentación con las bananas y el arroz “goldenrice”. Aunque existen varias compañías que se dedican a la producción de los transgénicos, la principal es Monsanto.

Impacto a la salud y a la agricultura

Una de las principales preocupaciones respecto a la modificación genética de los alimentos es el impacto a la salud. En primer lugar, las semillas “roundup ready” presentan residuos mayores del glifosato, el ingrediente activo del herbicida Roundup. El glifosato se asocia con condiciones médicas como alergias, alzheimer, autismo, disfunción eréctil, toxicidad al riñón, proliferación de células malignas, daños al DNA, malformaciones, esterilidad, cambios en la flora intestinal y otras (2, 3, 4, 5, 6, 7). Por otro lado, aunque se aseguró que la toxina de la bacteria en las semillas Bt se degradaría en el sistema digestivo de las personas y no pasaría al torrente sanguíneo, la realidad es que estudios científicos han encontrado esta toxina en los tejidos de las personas y hasta en la sangre de mujeres embarazadas y en el cordón umbilical de los bebés al nacer (8). Estudios han demostrado que esta toxina en nuestro organismo puede ocasionar cambios en los glóbulos rojos y otros efectos adversos (9).

La agricultura también es otra área que ha sido impactada por el cultivo de los transgénicos. Una de las consecuencias que han traído estos cultivos es que, lejos de reducir el uso de los agro tóxicos, ha ocurrido un alarmante incremento en su uso. Entre el 1996 y el 2008, los agricultores y agricultoras en Estados Unidos utilizaron 383 millones de libras extras del herbicida Roundup. El excesivo uso de este herbicida tiene un detrimental efecto no solo en la salud de las personas, sino en los suelos ya que lleva a la disminución del a fertilidad de los terrenos. Además, como consecuencia del uso desmedido de este herbicida, se han producido yerbas resistentes a este pesticida, creando el problema de las “súper malezas” resistentes al glifosato y al Roundup que cubren grandes extensiones de terreno. Ante este nuevo e inesperado problema, compañías como Monsanto han decidido formular herbicidas más tóxicos junto a nuevas semillas modificadas genéticamente, ahora resistentes al 2-4 D, uno de los ingredientes del agente naranja. Los daños de los cultivos transgénicos no sólo los vamos a encontrar en los suelos y en la agricultura, sino que también han impactado la vida marina. Investigaciones muy recientes han demostrado que el glifosato es más resistente y poco biodegradable en el agua de mar (10). Un estudio publicado por la revista científica internacional sobre el ambiente marino Marine Pollution Bulletin, ha relacionado el glifosato con la destrucción de los arrecifes de corales en Australia. Este estudio evidencia que el daño de este agrotóxico puede ir más allá de los suelos donde se riega y levanta una nueva bandera de preocupación sobre sus posibles consecuencias en los ecosistemas.

Conclusión

Los cultivos transgénicos no han demostrado ser más productivos que las semillas que se producen de forma agroecológica (sin uso de pesticidas y en armonía con el ambiente). De igual forma, no han reducido el hambre en el mundo, una de las razones que se utilizó para justificar su existencia. De hecho, la mayor parte de estas semillas se utilizan en la producción de combustibles, como alimentos de los animales y para la producción de productos procesados (refrescos, cereales, barras de frutas, dulces y otros) que se consumen en países del primer mundo cuyo problema principal de nutrición no es el hambre sino la obesidad. Del mismo modo, los agricultores se ven negativamente afectados al tener que comprar estas semillas a las corporaciones sin poderlas re-utilizar en sus siembras. Estos efectos en la agricultura, junto a los riesgos a la salud para las personas y los animales, son serios cuestionamientos que la comunidad científica opuesta a los transgénicos en Europa y en otros países del mundo han levantado para analizar las consecuencias a corto y a largo plazo de estas semillas modificadas genéticamente.

NOTA: La autora ampliará la discusión de este tema en su libro que saldrá publicado próximamente, Mitos y verdades: los alimentos modificados genéticamente, la comida orgánica y la agroecología.

Bibliografía

  1. Druker, Steaven, Altered Genes, Twisted Truth: How the Venture to Genetically Engineer Our Food Has Subverted Science, Corrupted Government, and Systematically Deceived the Public. Clear River Press: UT, 2015.

  2. Swanson, Nancy, Leu, Andre, et.al. Genetically Engineered Crops, Glyphosate and the deterioration of health in the United States of America. Journal of Organic Systems, 9 (2), 2014.

  3. Kaur, P.R. et. al. Potential Pathways of Pesticide Action on Erectile Function – A Contributory Factor in Male Infertility. Asian Pacific Journal of Reproduction, agosto, 2015.

  4. Jayasumana, Channa, et. al. Drinking Well Water and Occupational Exposure to Herbicides is Associated with Chronic Kidney Disease, in Padavi-Sripura, Sri Lanka. EnviromentalHealth, 2015, 14:6.

  5. Green Med Info, Natural Medicine Research. Topic: Glyphosate Formulations. Sourced from the US NATIONAL http:// www.greenmedinfo.com/sites/ default/files/free_downloads/ gpub_78151_toxic_ingredient_ glyphosate_formulations.pdf LIBRARY OF MEDICINE

  6. Seneff, S., Samsel A. Glyphosate’s Suppression of Cytochrome P450 Enzymes and Amino Acid Biosynthesis by the Gut Microbiome: Pathways to Modern Diseases. Entropy2013, 15(4), 1416-1463.

  7. Rossi, Eduardo. Antología toxicológica del glifosato. http:// www.naturalezadederechos.org/ cienciadigna/glifosato.htm

  8. Aris, A., Leblanc, S. (2011). Maternal and Fetal Exposure to Pesticides Associated to Genetically Modified Foods in Eastern Townships of Quebec, Canada. Reproductive Toxicology, 31, 528–533.

  9. Mezzomo Poletto, Bélin, et.al. Hematoxicity of Bacillus Thuringiensisas Spore-crystal Strains Cry 1Aa, Cry 1Ab, Cry 1Ac or Cry 2Aa in Swiss Albino Mice. Journal of Hematology & Thromboembolic Disease. 2013, 1:1.

  10. Mercurio, Phillip, Flores, Florita, et.al. “Glyphosatepersistence in Sea Water”. Science Direct. Marine Pollution Bulletin, versión online, 24 de enero, 2014.

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