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Lo Jíbaro en la Agroecología y los Bolsillos de Resistencia

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Por: Por Nelson Álvarez Febles*

Lo Jíbaro en la Agroecología y los Bolsillos de Resistencia Agricultura a agroecología tiene una dimensión integral en la que lo social ocupa un papel muy relevante. Las relaciones entre las personas y las instituciones a través de las cuales se organizan constituyen la pieza clave de los sistemas agrícolas, que son ecosistemas fuertemente humanizados. Para la agroecología, el agro-ecosistema es la unidad sobre la cual se desarrolla la actividad productiva. Desde esta perspectiva, la estructura interna de los agroecosistemas resulta ser una construcción social, producto de la co-evolución de los seres humanos con la naturaleza.

Muchos de los movimientos de agricultura orgánica y ecológica puertorriqueña actual reivindican lo jíbaro como referencia campesina y algunos rescatan lo mejor de esa tradición con el concepto neo-jíbaro (lo nuevo jíbaro). Esa referencia cultural representa hoy el cuidado del medio natural, la solidaridad, el auto-sustento, la laboriosidad y la inserción comunitaria. También incluye la comprensión de los ciclos naturales, el pensamiento complejo/multiplicidad y el manejo de matrices temporo-espaciales sobre biodiversidad productiva con integración de especies, variedades, animales domésticos, árboles, fauna silvestre, insectos, pájaros y otros animales, meteorología, ciclos de agua, uso y protección de los suelos.

En la tabla abajo compartimos una selección y descripción de conocimientos y prácticas jíbaro/ campesinas puertorriqueñas, que en la actualidad consideramos prácticas apropiadas para la agricultura ecológica. Acompañamos los conceptos descritos con ejemplos que hemos tenido la oportunidad de practicar, presenciar o escuchar de primera mano¹.

Hacia un futuro agroecológico

¿Cuánto conocimiento tradicional agroalimentario de carácter sustentable queda disponible entre nuestros mayores en Puerto Rico? ¿Habrá tiempo para rescatarlo? Cada viejo y vieja -dicho con cariño- que muere se lleva ese conocimiento si no lo ha trasmitido. Así como su recuperación y supervivencia, hace falta sistematizarlo para que pueda ser (re)utilizado, hoy y por las generaciones futuras.

De la misma manera, es necesario, a través de técnicas de investigación participativa y de extensión persona a persona campesina, desarrollar estrategias para aumentar e intensificar la producción de alimentos mediante tecnologías agroecológicas, lograr estabilidad agroecosistémica y compartir horizontalmente los conocimientos y las innovaciones. El rescate y afirmación de lo jíbaro campesino aporta herramientas necesarias para manejar efectiva y exitosamente la complejidad que implica el desarrollo de un sistema agrícola y alimenticio propio, eficiente, sustentable, económicamente viable y ecológicamente sensitivo. Es decir, movernos como país hacia la soberanía alimentaria mediante la agroecología.

Bolsillos de resistencia y semillas de esperanza

Corren tiempos en los cuales mantener el optimismo es un reto constante. Necesitamos ver los procesos a mediano y largo plazo, pensar en términos temporales que van más allá de los ciclos anuales o de los de cuatro o cinco años de los gobiernos, apostar a que en las generaciones futuras los mejores elementos del ser humano sean los que terminen dictando los rumbos a seguir.

Desde esa perspectiva, lo urgente es mantener vivos bolsillos de resistencia, bolsillos activos y creativos de resistencia: mantener vivos los recursos y el conocimiento, permitir que evolucionen activamente en contacto con los pueblos, las comunidades y la naturaleza, no en bancos de semillas o en jardines botánicos, ni en comunidades empobrecidas en los alrededores de las ciudades, lejos del lugar de origen. Estos bolsillos de resistencia los podemos catalogar en tres áreas, aunque objetivamente existen integrados en una única realidad:

  1. Territoriales o ecosistémicos: el quehacer humano se da en el espacio físico, del cual es inseparable. Lo que llamamos agricultura está íntimamente ligado a sistemas naturales, con su fauna y flora, que son modificados para hacerlos productivos de acuerdo con las necesidades humanas. Esto son los agroecosistemas.

  2. Biológicos: flora y fauna silvestre, plantas medicinales, cultivos y semillas (frutales, hortalizas, cereales), árboles, microorganismos, insectos, animales domésticos.

  3. Culturales: tecnologías, conocimientos, cosmovisiones, idiomas, rituales, costumbres y valores.

 

Se trata de pensar en estos bolsillos de resistencia como las semillas para el futuro, semillas de esperanza para los nuevos tiempos. En Puerto Rico podemos promover las semillas de esperanza a través de:

  • Recuperar y documentar el conocimiento tradicional.

  • Rescatar la tierra para la agricultura.

  • Promover prácticas de agricultura orgánica y ecológica.

  • Promover el manejo responsable de los recursos naturales.

  • Educar a niños y niñas en las prácticas ecológicas.

  • Aprender a cultivar y cocinar lo que cosechamos.

  • Comprar lo que se produce localmente.

  • Favorecer la diversidad productiva y de consumo

  • Comprometernos con la responsabilidad intergeneracional.

  • Rescatar valores como la solidaridad, la equidad y la justicia.

 

* El autor es especialista en agricultura ecológica, autor de artículos y de los libros El huerto casero: manual de agricultura orgánica y La Tierra viva: manual de agricultura ecológica.

1 La tabla y parte del texto de este artículo fue publicado como Lo jíbaro como metáfora del futuro [agroecológico]: http:// http://www.80grados.net/lo-jibaro-como-metafora-del-futuro-agroecologico/

Prácticas y conocimientos campesinos jíbaros con valor agroecológico

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