El reciclaje de orgánicos y la agroecología como modelo
de agricultura sustentable
Por: Ing. Carlos Enrique Pacheco Irizarry
Dedicatoria: A toda la juventud agroecológica, compañeros y compañeras que madrugan todas las mañanas a trabajar la tierra respetando el ambiente y que con su esfuerzo y sudor llevan el pan a sus casas y dan ejemplo de lo que es trabajar para la reconstrucción de un nuevo Puerto Rico.
El mayor reto que tiene el planeta hoy es el de reducir las emisiones de invernadero y frenar el calentamiento global. La agroindustria y el sistema de producción y distribución de alimentos son en gran parte responsables de estas emisiones. La agricultura tendrá que doblar su producción para poder alimentar los 9 billones de personas que habrá para el año 2050¹. Definitivamente, estamos ante un gran reto. Utilizar el actual modelo agroindustrial implicaría habilitar más tierras mediante la desforestación y el incremento del sistema agroindustrial actual. Este sistema depende de elaborar fertilizantes sintéticos, invertir en semillas transgénicas con la esperanza de que sean más productivas, mecanizar la agricultura, ampliar las cadenas de distribución y transportar, refrigerar y almacenar los productos cosechados. Todas estas acciones son contradictorias con la reducción de las emisiones de carbono a la atmósfera. Es necesario que las modifiquemos ya que de una u otra forma contribuirán aún más al problema del calentamiento global. Dicho en pocas palabras, necesitamos un cambio en el modelo actual de producir alimentos.
A nivel de país, Puerto Rico depende de importaciones para el suplido de sus alimentos, tanto frescos como elaborados. En el año 2014², la adquisición de productos agrícolas en el extranjero costó la cifra de $572 millones. Esto representa un aumento del 3% en las importaciones, comparándolas con el año 2007. En estos números no está la partida mayor de provisiones de alimentos elaborados (SCIAN 311). En este renglón, Puerto Rico importó la extraordinaria suma de $3,328 millones, lo cual representó un aumento de un 21% comparado con el año 2007. Seguimos perdiendo terreno ante las importaciones y por primera vez en décadas nuestra balanza de pagos mostró en el 2014 un déficit de $918 millones con relación a años anteriores. Resumiendo, Puerto Rico tiene necesariamente que realizar cambios en su agricultura ante el escaso 17% de participación del mercado total de alimentos a precios del 2014. Muchas de estas estadísticas incluyen producción de semilla transgénica que realmente no contribuye a la “seguridad alimentaria”, por lo que el cuadro de la situación agrícola pudiera ser peor.
Cuando analizamos el Censo Agrícola 2012³, encontramos que en Puerto Rico el número de fincas menores de 50 cuerdas se redujo en un 16%, pero el área cultivada total aumentó en un 5% en comparación con el año 2007. Este censo refleja un aumento en el área de la finca promedio de 34.5 cuerdas a 44.5. Por otro lado hubo una merma del 20% en las fincas de menos de 19 cuerdas y un crecimiento de 34% en fincas mayores de 19 cuerdas para ese mismo periodo. Cabe destacar que el crecimiento más dramático ocurre en el renglón de fincas de 175 a 259 cuerdas. Este prácticamente duplicó su número de fincas de 207 a 401. El punto es que estamos cambiando el perfil de la persona agricultora-dueña de finca pequeña a uno corporativo cuyo fin primordial es maximizar sus ganancias, para lo que depende de fuerza mecanizada, agroquímicos, pesticidas y plaguicidas. Esta agricultura convencional tiene una alta dependencia de combustibles fósiles. De hecho, se estima que en los EE. UU. esta agroindustria produce una (1) caloría de alimentos por diez calorías consumidas en su producción. Esto no es necesariamente bueno ni para el país ni para el planeta.
Para sustentar aún más este argumento, vemos cómo en Puerto Rico hubo un incremento en la dependencia de agroquímicos. Según datos del mismo censo, el total de cuerdas impactadas con agroquímicos aumentó a 30,429 cuerdas. Esto representa un 154% de aumento en el uso de agroquímicos en las fincas productivas durante el periodo del 2007 a 2012. El censo destaca también el dramático aumento en las compras de fertilizantes con base sintética y agroquímicos en un 75% y en un 140% para los años 2012 y 2007 respectivamente. En resumen, se gastaron unos $34 millones durante el año 2012 en ambas partidas, dinero que también salió del país ya que Puerto Rico no produce esos insumos. Este número contrasta con el leve incremento en las ventas de $219 millones en el 2007 a $271 millones en el 2012. En una forma u otra, la mayoría de estos nutrientes adquiridos por entidades agricultoras locales y del extranjero y que no son asimilados por las plantas terminan a la larga en cuerpos de agua y mayormente en nuestros limitados vertederos con sus efectos correspondientes.
Tomando estos argumentos como introducción del problema, este escrito va dirigido a demostrar el potencial que tiene la agroecología de revertir esta situación y, en especial, el de la utilización de los desperdicios de alimentos como insumos agrícolas. Para destacar esto, analizamos ambos modelos: el actual, -una agricultura convencional fundamentada básicamente de monocultivos con insumos agroquímicos y mecanizada-, en comparación con una agricultura agroecológica, con insumos de composta, descentralizada y con base comunitaria. Investigamos un escenario en el que la agricultura convencional contribuya con un 25% de la producción de alimentos frescos y la agroecología con reciclaje de orgánicos produzca el otro 25%, reduciendo las importaciones en un 50%.
La metodología del reciclaje de los orgánicos que proponemos en la agricultura tiene el potencial de reducir los gases de invernadero⁴. Veamos cómo. El modelo que proponemos se fundamenta en organizar corporaciones propiedad de trabajadores y trabajadoras (PT) que establezcan un programa de recogido de orgánicos en forma fermentada a nivel doméstico y comercial en su comunidad inmediata. La clientela paga por el servicio y mediante compostaje produce insumos con base orgánica de alta calidad y a bajos costos. Las PT logran establecer una comunicación directa con los grupos generadores y permite ofrecerles ventas directas de los productos frescos de alta calidad nutritiva y cultivados en o cerca de las comunidades, por lo que las convierte a su vez en sus clientes. Esto es una forma de establecer una agricultura con apoyo comunitario. La clientela (grupos generadores) se motiva al entender que los residuos descartados son convertidos nuevamente en productos frescos. Este reciclaje de nutrientes establece una forma de hacer agricultura en la que la persona que consume conoce a su agricultor o agricultora, quien, a su vez, se siente partícipe de su producción y se motiva con los procesos de reciclaje. Bautizamos esta metodología con el nombre de Recicloponía.
Entendemos que esta metodología de reciclar los residuos orgánicos en la agricultura pudiera estimular la economía local, reduciendo la parte más impactante de los desechos de alimento que se descargan a los rellenos sanitarios, aminorando grandemente con esto los gases de invernadero y, a su vez, fomentando el auto empleo. También, se logran efectos positivos al reducir las compras de combustible, así como el transporte y la compra de fertilizantes y agroquímicos. Estas iniciativas estimulan una agricultura de base comunitaria, impulsando la compra local, alargando la vida a los vertederos y proveyendo espacio para fomentar empresariado agricultor exitoso. Esto es un componente esencial para adelantar lo que mejor llamamos soberanía alimentaria. Todas estas acciones se traducen en reducción de gases de invernadero.
El diagrama que presentamos en la Figura1 presenta el modelo agrícola actual, como indicáramos, un sistema de provisiones de alimentos fundamentada en un 85% de importaciones, y en una agricultura convencional que cubre el restante 15%. En este modelo hay muy poca recuperación de los desechos orgánicos. Esto como consecuencia de: 1) la promoción del modelo actual por la academia, las instituciones y el estado, 2) la disponibilidad y mercadeo de la utilización de los agroquímicos, 3) las reglamentaciones obsoletas en la elaboración de composta, 4) el desconocimiento de procesos de compostaje y agroecológicos, 5) la dificultad del manejo y recuperación de los orgánicos.
La Figura 2 presenta el modelo agroecológico / reciclopónico que proponemos, en el que destacamos la disminución en las importaciones, el desvío a nivel del sector consumidor de los residuos orgánicos y el establecimiento de una red de reciclopónicos por todo el país que maneje el 25% de la producción agrícola de hortalizas frescas.
Estudios recientes han revelado el enorme despilfarro de los alimentos. Cerca del 53% por ciento de la masa cultivada en EE.UU., Canada, Australia y Nueva Zelanda simplemente se pierde sin ser utilizada entre la finca y la mesa de quienes consumen5. Esta masa, junto con el carbono depositado, libera eventualmente gases de metano a la atmósfera contribuyendo a las emisiones de invernadero. Se estima que el gas metano es 23 veces más potente por la misma cantidad de emisión que el CO2. En resumen, cuando tiramos a la basura la comida que no utilizamos, estamos impactando negativamente la tierra necesaria para su cultivo, el agua consumida y/o comprada, los combustibles fósiles utilizados en el transporte, los costos de agroquímicos no aprovechados, la energía y mano de obra utilizada para cultivarlos y el espacio vital en nuestros limitados vertederos.
Puerto Rico dispone diariamente cerca de 10,000 toneladas métricas en los vertederos. De estas, el 15% es material orgánico, principalmente residuos de comida, y el 20% es vegetativo, una combinación excelente para generar organismos que convierten esa masa en gas metano. Por ser un país tropical, esto ocurre todos los meses del año con muy pocas variaciones y con temperaturas más que adecuadas. Si presumimos que la “eficiencia” del relleno sanitario en convertir esa materia orgánica en gas metano y/o CO2 es de un conservador 50% (Brown 2013), estaríamos hablando de unas 88 mil toneladas de CO2 al año de los residuos del país. Esto es equivalente a los gases de combustible que 771 vehículos generan circulando diariamente por nuestras carreteras. Por otro lado, si esa generación de gas metano se rescatara, estaríamos hablando del equivalente a una planta generatriz de electricidad de 10 MW.
Entonces, el reciclar los residuos orgánicos luego de aplicar medidas,6 para mejorar eficiencias en los desechos orgánicos, permitiría llevarlos a composta y rescatar los nutrientes ahora convertidos de nutrientes sintéticos a orgánicos mediante los ciclos biológicos de conversión. De esta forma, presumiendo que incentiváramos la metodología del compostaje en forma descentralizada y a escala municipal, promoviendo los reciclopónicos a escala comunitaria y desviando un 50% de la masa de orgánicos y vegetativos que entran a los vertederos, estaríamos produciendo unas 750 toneladas por día de composta. En términos de nutrientes, estaríamos produciendo unos 3 millones de kg/año de nitrógeno, 2 millones de kg/año de fósforo y un (1) millón de kg/año de potasio, además de concentraciones adecuadas de micronutrientes, materia orgánica y micro-flora. Estos acondicionadores de suelos serían suficientes para realizar aplicaciones de macro-nutrientes a 78,000 cuerdas con una tasa de aplicación de 100 kg/hectárea, lo que representa el poder abonar el 35% de las siembras dedicadas a la industria lechera y el 60% de las tierras cultivadas en hortalizas en el año 2012. En términos económicos, obtendríamos un ahorro de unos $8 millones de dólares anuales en compra de fertilizantes luego de pagar unos $9 millones a las composteras locales. Este es dinero que no tendríamos que utilizar para compras en el exterior y lo pagado se quedaría en nuestra economía local. Puerto Rico tiene las condiciones de temperatura y la oferta de insumos adecuada para realizar este rescate de los nutrientes.
Más aún, cuando utilizamos la composta en nuestros cultivos enterramos el carbono que de otra forma se volatilizaría y contribuiría a la carga de emisiones atmosféricas. Se le llama a esto “secuestrar el carbón” y representa unos créditos en las emisiones que tenemos que contabilizar muy bien a favor de la agroecología. Siguiendo nuestro modelo en el que el 50% de la materia orgánica es desviada del vertedero y llevada a composta, vemos que estos créditos son del orden de 1,812 toneladas de CO2 diarias. Para propósitos de que esta cifra nos diga algo, esto equivaldría a unos 386 vehículos removidos de la calle por día. Resumiendo, reducimos gases de invernadero con la agroecología y la recicloponía al: 1) acortar distancias en los puntos de distribución y mercadeo de los productos y en el manejo de los residuos orgánicos, 2) disminuir la manufactura de los agroquímicos, 3) aminorar las emisiones en el vertedero.
La realidad es que la agroecología, además de producir alimentos de alta calidad nutritiva sin comprometer el ambiente, puede ser aún más eficiente si incorpora el reciclaje de los orgánicos. Los reciclopónicos permiten establecer una agricultura con base comunitaria manteniendo una conexión directa con el público consumidor. Además, rescata los nutrientes de los residuos orgánicos, establece huertos urbanos con puntos de venta y entrega de productos frescos, provee empleo a la juventud, mejora las finanzas de la comunidad y produce alimentos que son más nutritivos, además de mejorar la alimentación y, por ende, la salud del país. Estas dinámicas son aún más efectivas cuando comenzamos a descentralizar muchos de los procesos que hemos copiado en el pasado y que son antagónicos con una producción de base comunitaria y un mercado comunitario de respaldo.
Los reciclopónicos de escala municipal pudieran ser parte de iniciativas impulsadas por los municipios, en las que grupos de personas jóvenes organizadas bajo las estructuras de Propiedad de Trabajadores y Trabajadoras y/o de Cooperativas, pudieran ser el motor de arranque. Invito a la academia, las comunidades, los municipios y las agencias concernientes a involucrarse en esta nueva forma de hacer agricultura.
Reflexión #1:
Algo no está funcionando bien en el Planeta, aquí las cifras:
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Un (1) billón de personas se acuestan a dormir con hambre.
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A la vez, el Planeta produce suficiente comida para alimentar los 7 billones de personas
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Cerca de un (1) billón de personas están en sobrepeso u obesos.
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Un 30% de los alimentos se desechan.
Reflexión #2
“La agricultura está estresada: la crisis climática está empeorando la situación en muchas partes del planeta. En las próximas décadas, los eventos erráticos y las condiciones climáticas poco familiares se tornarán más frecuentes. Las incertidumbres en la producción de energía y en el mercado de valores contribuyen al problema. Bajo estas condiciones, tenemos que construir un sistema agrícola más resiliente. Existe un consenso creciente de esta necesidad. La agroecología provee gran parte de la respuesta a esta problemática”. Ecological Farming- The Seven Principles that has People at its Heart- Green Peace (2015).
1 UN-FAO (2009)
2 Balance Comercial de PR por País y por Sistema de Clasificación Industrial- Junta de Planificación 2012-2014
3 USDA 2012 Census of Agriculture, Puerto Rico Island- Issued June 2014
4 De acuerdo a la EPA los desechos de alimentos son el contribuyente número 1 y a nivel nacional aportan el 34% de las emisiones de gases de invernadero en EE.UU.
5 UN- FAO (2010)
6 La EPA sugiere la jerarquía de donación, alimentación de animales, compostaje y biogás y por último disposición por incineración y/o rellenos sanitarios.