Agricultura urbana como política pública concertada
Juan Carlos Gallisá
La agricultura y la urbanización han sido dos de los factores más importantes en el desarrollo humano de nuestra civilización. Ambas fueron medulares en el comienzo de nuestras ciudades y por siglos interactuaron juntas de forma sostenible en la evolución de éstas. En el pasado siglo, con el progreso de las tecnologías de mecanización, transportación e industrialización, se comenzó a desarrollar la agricultura de forma totalmente independiente de la urbanización. Esta desconexión y desarrollo insostenible de la agricultura y la urbanización, con poca o ninguna consideración a la conservación del medio ambiente, ha sido uno, si no el mayor, causante de las crisis ambientales, sociales y económicas que hoy tenemos en el planeta en el actual siglo XXI. Como decía el informe Bruntland, no son crisis separadas, todas son una misma crisis de desarrollo insostenible.1
El sistema agroalimentario global que hoy prevalece, en el que se producen alimentos en un continente y se consumen en otro, ha fracasado y ha quedado demostrada su insostenibilidad. Hoy más que nunca y con determinada urgencia se necesita desarrollar sistemas agroalimentarios locales ligados a las ciudades, sus bio-regiones, sus habitantes y sus culturas.
Desde finales del siglo pasado y de forma más acelerada en este siglo se viene desarrollando la agricultura urbana como una nueva industria en la ciudad.2 En las pasadas décadas esta actividad había existido de forma reducida y temporal, mayormente para mitigar crisis de subsistencia, económicas, bélicas o para complementar iniciativas ambientales, sociales o de buena salud. Hoy en día la agricultura urbana ha comenzado a desarrollarse de forma sistemática para incorporarla permanentemente en ciudades de avanzada que deseen construir un mejor futuro para sus habitantes.
Las aportaciones de la agricultura urbana al desarrollo humano son muchas. Puede verse como una actividad multifuncional en nuestras ciudades con la capacidad de aportar beneficios en diferentes campos. Es herramienta esencial para sanar el medio ambiente de la ciudad, crear capital social, aportar a un mejor desarrollo económico y contribuir al bienestar del ser humano con una oferta de alimentos sanos y saludables para una mejor salud pública.
Para lograr incorporar la agricultura a la ciudad, la agricultura urbana debe trabajarse como una infraestructura permanente en ella para producir, procesar, distribuir, consumir, manejar sus residuos y producir insumos agrícolas. De esta forma se puede crear y cerrar un circuito local de cadena alimentaria de forma sostenible.3 Las posibilidades de producción de alimentos en la ciudad pueden incluir fincas periurbanas y urbanas, huertos comunitarios, escolares, institucionales -en centros de trabajo- y domésticos, así como huertos en parques, en servidumbres, en parcelas desocupadas, así como siembra integrada a los edificios en balcones, terrazas, techos, paredes y en interiores. Los otros componentes de un sistema agroalimentario local y de equipamiento de una infraestructura de agricultura urbana incluirían los agronegocios de insumos agrícolas, las instalaciones de procesamiento y distribución de alimentos, los mercados y los sitios de consumo, de manejo de residuos y otros. Todos estos componentes de la agricultura urbana deben desarrollarse en y alrededor de la ciudad, encontrando su espacio y adaptando su escala y su modo de operación.
La inclusión de la agricultura en la ciudad debe funcionar mediante sistemas interrelacionados a varias escalas y con distintos alcances. Debe comenzarse con la planificación del sistema mayor a escala regional, desarrollándolo y fortaleciéndolo mediante la formulación de acertadas políticas públicas agroalimentarias. A una escala intermedia, el sistema agroalimentario local debe estar compuesto por varios sistemas a escala de municipios y barrios. Estos sistemas intermedios son los que más deben interactuar con las infraestructuras existentes en la ciudad, tales como la infraestructura de agua, de energía eléctrica y de manejo de residuos. A escala menor, deben desarrollarse también sistemas agroalimentarios de tipo individual, doméstico o privado. Estos últimos sistemas, aunque pequeños, pueden tener un gran impacto en la ciudad al desarrollarse extensamente para crear una red abarcadora de agricultura en toda la ciudad.
Existe una urgencia de planificar e incorporar sistemas agroalimentarios locales en nuestras ciudades, la cual ya ha sido identificada por varios científicos ambientales de renombre. William Rees, coautor del concepto de la huella ecológica nos dice lo siguiente:
“las poblaciones con mayor seguridad alimentaria para la segunda mitad del siglo XXI serán aquellas poblaciones que deliberadamente hayan elegido y planificado reubicar la mayor cantidad posible de sus propios sistemas alimentarios.”
William Rees, 2019
Muchas ciudades en el mundo ya han comenzado a tomar acciones para planificar y trabajar en este imprescindible asunto de la seguridad alimentaria, creando entidades que atienden específicamente el tema de los sistemas agroalimentarios locales. Estos tipos de entidades que pueden llamarse “Food Policy Concils”, “Food Boards”, “Food Coalitions”, “Food Labs” o de otras maneras, pueden estar integrados en estructuras gubernamentales o pueden ser generados por organizaciones no gubernamentales (ONG). A modo de ejemplo, para expresar la proliferación de este tipo de organizaciones, en Norte América existían solo unas 20 a 25 organizaciones de éstas antes del año 2000, mientras que para el 2017 existían aproximadamente 60 y para el 2017 el número de organizaciones creció a unas 341 organizaciones.4
Puerto Rico tiene unos retos actuales muy serios que pueden o agravarse o convertirse en oportunidades para desarrollar una agricultura urbana de cara al futuro. Para mencionar solo algunas condiciones, la isla tiene una alta densidad poblacional relativa en comparación con su limitada extensión territorial, aún a pesar de la alta emigración reciente que a su vez ha contribuido al abandono y desuso de muchas estructuras y espacios urbanos. Persiste un deterioro económico durante varios años, un 44.5% de la población vive bajo el nivel de pobreza5 y tenemos una alta dependencia de alimentos que nos llegan del exterior.6 Su población sufre de mala alimentación, lo que causa una alta prevalencia de sobrepeso y obesidad (66.5% de la población)7, diabetes, problemas cardiovasculares y otros problemas de salud pública.
Nuestro país necesita trabajar la agricultura urbana como una política pública urgente para mejorar nuestra sostenibilidad y para trabajar nuestra seguridad alimentaria. No debemos esperar a tener hambre para actuar. La inseguridad alimentaria es un asunto muy serio y preocupante para una sociedad, así como también puede ser muy cruel para las familias que la padecen y que se ven obligadas a sacrificar educación, salud, moral y dignidad para poder subsistir.
El momento de actuar es ahora, hagamos de la agricultura urbana una política pública concertada.8
Notas:
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Informe Bruntland. “Report of the World Commission on Environment and Development: Our Common Future” ONU,1987
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L.Mougeot, 2000, definición de agricultura urbana, “Una industria ubicada dentro (intra-urbana) o en la periferia (peri-urbana) de un pueblo, una ciudad o una metrópoli, que produce, procesa, suministra y distribuye una gran variedad de productos alimentarios y algunos no alimentarios, (re-) utilizando en gran medida, los recursos humanos, materiales, productos y servicios que se encuentran en y alrededor de esa área urbana”
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J. Gallisá, libro “Rehabilitación agro-urbana de la ciudad”, 2020
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UA Magazine 36, www.ruaf.org
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Comunicado del censo, diciembre 2019.
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Gladys M. González, Alexandra Gregory. “Economic Development Plan for the Agriculture Sector”, University of Puerto Rico, Mayagüez Campus
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Sistema de Vigilancia de Factores de Riesgo de Comportamiento del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) 2018.
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“Las políticas alimentarias urbanas son acciones concertadas por parte del gobierno de la ciudad para abordar los desafíos relacionados con la alimentación.”, International Panel of Experts on Sustainable Food Systems, 2017