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Agricultura orgánica:

Biodiversidad productiva y la siembra de las Tres Hermanas

Por: Nelson Álvarez Febles*

En la naturaleza, especialmente en los trópicos, las plantas se encuentran en ecosistemas complejos donde se dan relaciones de apoyo y complementariedad. Por eso, la ciencia ecológica moderna nos dice que en la naturaleza la diversidad produce estabilidad. En la agricultura orgánica y ecológica, creamos agroecosistemas que potencian la biodiversidad productiva –aquella que nos da de comer, nos viste, cuida nuestra salud y provee materiales para guarecernos– a la vez que promueven el uso sustentable de los recursos naturales.

En el huerto o la finca, utilizamos los cultivos múltiples o policultivos para aprovechar mejor el suelo y aumentar la producción neta, es decir, cosechar una gran diversidad de vegetales, frutas, tubérculos, granos, plantas medicinales, árboles y otros productos que proveen ingresos y sustento a la familia agrícola. Al sembrar en policultivos, también se aprovecha mejor el agua, se facilita el control de plagas y enfermedades y se reduce la cantidad de malezas que hay que desyerbar. Hay muchas maneras de asociar los cultivos, ya sea por cuánto tardan en crecer, el tamaño de las plantas, la forma de sus raíces, qué tipo de minerales consumen más e, igual que nosotros, si se llevan bien o mal en el huerto o finca.

Uno de los policultivos tradicionales entre los pueblos originarios de América es el de Las Tres Hermanas, que integra la siembra de maíz, habichuelas y calabazas. Antiguamente, se sembraban en montones, pero hemos hecho una adaptación para nuestros huertos o fincas.

Se siembran dos hileras de maíz con un pie de distancia entre ellas y cuatro pies entre las próximas dos hileras de maíz. En el mismo medio se siembra calabaza, cuatro pies entre hoyos en la hilera. En los dos pies que quedan entre las calabazas y el maíz se siembran habichuelas, dejando cuatro pulgadas entre semillas en las hileras.

Conviene preparar el suelo con algo de composta o estiércol bien curado antes de sembrar. Conviene desyerbar la primera vez al mes de hecha la siembra y una segunda vez al momento de cosechar las habichuelas. No olvide aterrar la base de las plantas de maíz y calabaza. Es posible que no sea necesario desyerbar una tercera vez, pues las calabazas pronto cubrirán con sus hojas el suelo. Cosechamos el maíz cuando esté listo y dejamos que las calabazas maduren a su tiempo. Después se puede integrar toda la materia orgánica sobrante al terreno. Ayuda, si se tiene acceso, utilizar una cultivadora a gasolina (tiller) potente. También se pueden integrar las sobras vegetales a la composta.

La siembra de cada una de las hermanas

calabaza
maiz
habichuelas

Maíz: El maíz se puede sembrar todo el año, pero produce mejores resultados cuando se siembra de enero a abril. Se siembra en luna menguante. Existen muchas variedades de maíz para secar, comer tierno y de pop corn. Al maíz le gusta el terreno muy suelto y algo arenoso, aunque se adapta a distintos suelos. Agradece un poco de abono orgánico. Haga unos surcos a cuatro pies de distancia y riegue la semilla cada seis pulgadas, tapándola con media pulgada de tierra. Cuando germinen, elimine las que sobran para dejar 12 pulgadas entre cada plantita.

Resiste bastante bien en tiempo seco después de que las plantas están crecidas. Prevenga contra los ratones cuando empiecen a madurar las mazorcas (vea lo que se dice adelante para las calabazas). Otro problema puede ser el gusano que se come la mazorca tierna: sembrar en luna menguante parece que ayuda. También echarle una cucharada de aceite mineral a cada mazorca por la parte superior, donde sale la pelusa.

Se cosecha hacia los 80 días, dependiendo de la variedad. Para comer tierno, coja las mazorcas tan pronto la pelusa cambia de color verde a marrón y que al halarla ésta se salga con facilidad. Si quiere cosechar maíz para secar, espere a que la mazorca completa seque en la planta.

Calabaza: Coja las semillas de la parte central de una calabaza bonita, sabrosa y bien madura y déjelas secar. Las épocas mejores de siembra son el otoño y la primavera, pero se da todo el año. Requiere un terreno ligero y rico. Prepare unos hoyos profundos y anchos, unas 12 pulgadas en todas direcciones. En el fondo ponga varias pulgadas de tierra suelta y luego tres o cuatro pulgadas de composta u otro abono orgánico. Sobre el abono se ponen un par de pulgadas de tierra fina, sobre la cual se depositan cuatro semillas que se cubren con media pulgada más de tierra. El resultado debe ser una pequeña colinita o montón un par de pulgadas sobre el nivel del suelo. Se le da un riego profundo y, si no llueve, riegue dos o tres veces por semana: hay que mantener el suelo húmedo hasta la germinación de las semillas.

Cuando las plantitas tienen dos hojas, se eliminan las más pequeñas dejando dos o tres por hoyo. Al mes de nacidas se atierran. Mientras no comiencen a aparecer flores se pueden mover los tallos para dirigir el crecimiento, pero una vez florecidas se recurre a la poda de los tallos que no se desean, pues no se deben tocar los demás. Nosotros hemos encontrado que el peor enemigo es el ratón, que tiene una predilección especial por los frutos a punto de cosechar. El mejor remedio es un buen gato, pero, si no tiene uno, ponga ratoneras antes de que maduren los frutos, pues una vez el ratón prueba la calabaza ya no cae en la ratonera.

Habichuelas: En nuestro clima se dan muchas variedades de habichuelas: las tradicionales como la blanca y la rosada, las japonesas aduki y las verdes mung, habichuelas tiernas bajitas, habichuelas tiernas de enramar, habas, frijoles, habichuelas aladas, etc. Se pueden sembrar todo el año, pero si se hace en los meses de primavera muestran un crecimiento más abundante, ya que les gusta un tiempo cálido y húmedo.

Las habichuelas son leguminosas, las cuales sintetizan nitrógeno en sus raíces. Por lo tanto, no precisan abono, aunque agradecen un poco de composta bien curada mezclada en el suelo antes de sembrar. Evite los estiércoles frescos. Exigen un terreno bien suelto con un buen drenaje.

Se siembran directamente en surcos no muy profundos, tapándolas con media pulgada de tierra. Una vez germinen, se dejan cuatro pulgadas entre plantitas. Se debe mantener el suelo desyerbado y las habichuelas aterradas mientras crecen. En tiempos secos, riegue dos veces por semana pues es importante que no pasen sed ya que disminuye la producción. Son muy resistentes a las plagas y enfermedades. Si surgen hongos en las hojas, use agua con ceniza y cal. Si las atacan insectos, pruebe con un preparado botánico.

Algunas variedades maduran todas las vainas a la vez y se arranca la planta para cosecharlas. Otras variedades van madurando las vainas poco a poco y se deben cosechar las maduras cada dos o tres días. Evite manejar las plantas en día de lluvia, pues tocarlas mojadas puede propiciar hongos. No hale la vaina pues al hacerlo perjudica las raíces de la planta, mejor córtelas con las uñas o una tijera. Las habichuelas tiernas se deben coger cuando la semilla dentro de la vaina alcanza una tercera parte de su tamaño al madurar.

*Para más información sobre los temas tratados en este artículo pueden consultar, entre otras fuentes, los libros del autor: El huerto casero: manual de agricultura orgánica, y La tierra viva: manual de agricultura ecológica.

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