EL ARCHIPIÉLAGO DE PUERTO RICO
Retos ambientales y de sostenibilidad comunes a islas pequeñas
Por: Dr. Fernando Abruña, FAIA
“Size matters”, es una elocución popular de muchos angloparlantes… de eso trata este artículo. Cuando nos referimos a Puerto Rico, muchas personas damos por sentado que nuestro país es estrictamente “la isla grande” (aunque pequeña en relación con otros países). Cuando pensamos en vacacionar incluimos las islas de Culebra y Vieques como parte de nuestro territorio, pero la realidad es que el archipiélago de Puerto Rico está compuesto por muchos más recursos que los mencionados.
Se define como archipiélago un conjunto de islas, islotes, cayos y otras masas de tierra menores cercanas entre sí. Algunos de los archipiélagos más conocidos son Hawaii, Micronesia, Japón, Filipinas, Seychelles y Maldivas, las Islas Canarias en España y Madeira en Portugal; en América, Los Roques en Venezuela, Galápagos en Ecuador, Chiloé en Chile, las islas Vírgenes de los Estados Unidos y las Islas Holandesas del Caribe, entreotras. En realidad, aunque en raras ocasiones utilizamos el concepto de archipiélago para referirnos a nuestro país, es indudable que al discutir el futuro ambiental y de sostenibilidad debemos acercarnos más a este valioso recurso. Se suplementan en esta edición de Corriente Verde los diferentes artículos que abordan el tema, que casi no se discute ni siquiera en círculos académicos ni científicos locales.
El archipiélago de Puerto Rico está constituido por la isla mayor, -Puerto Rico-, y las islas menores, -Vieques Culebra, Mona, Monito, Desecheo y Caja de Muertos. Incluye, además, cientos de isletas y cayos de menores dimensiones: al noreste de Puerto Rico, la Cordillera, -integrada por los islotes de las Cucarachas, los Farallones y los cayos Icacos, Ratones, Lobos, la Blanquilla y Diablos, así como las islas Palominos y Palominitos; al este, la isla Piñeros y los cayos Piñerito y Cabeza de Perro; al sur, los cayos Caribes, Puerca, de Pájaros, Morrillo, Ratones, Caracoles, Berbería, Fríos, Río, Palomas, Mata la Gata (Parguera), María Larga, Caña Gorda, Don Luis, Terremoto, Enrique y otros; al norte, los cayos Negritos, Tres Hermanas, las isletas de Garza y la isla de las Palomas, entre otros. Rodeando a Culebra, se encuentran los cayos Lobo, Yerba, Ratón del Agua, Luis Peña, Norte, Ballena, Tiburón, Geniquí, Sombrerito y Botella y las islas Culebrita y Pelá. Alrededor de Vieques están los cayos Real, de Tierra, Chiva, Jalova y otros.
De forma general, las islas pequeñas dependen en gran medida de la agricultura, la pesca y el turismo como sus principales industrias para el suministro de alimentos y su desarrollo.
ENERGÍA
Existen una serie de rasgos que caracterizan las islas pequeñas como Puerto Rico y sus componentes del archipiélago. Entre los rasgos más comunes se encuentra la importación de petróleo como fuente principal para la generación de energía. No es casualidad que el costo de energía eléctrica en las islas a través del mundo sea mucho mayor que en los países continentales. De hecho, aunque nos quejamos sobre el alto costo de la electricidad en Puerto Rico, si nos comparamos con islas vecinas y con otras distantes, como Hawaii, donde los precios superan los $0.40 por kilovatio-hora, nos percatamos de que tenemos una ventaja competitiva sobre ellas. No obstante, el mejorar nuestro sistema y recursos energéticos permitirá hacer la inversión local y extranjera más atractiva.
La contaminación del aire por la quema de petróleo o de nuestras aguas por su derrame es un espectro que se mantiene en la medida en que continuemos utilizándolo para la generación de la energía que consumimos. Somos energívoros: Puerto Rico es el país que más energía eléctrica consume por cuerda de terreno en el planeta. Este es un problema común para muchas islas pequeñas que no cuentan con el recurso y que deben importarlo para cubrir sus necesidades energéticas. Estamos en una ruta marítima activa que mantiene en suspenso la calidad de nuestras aguas en la medida en que puedan ocurrir derrames catastróficos como los que han sucedido en otros lugares del planeta (Alaska y el Golfo de Méjico como ejemplos emblemáticos). Un pequeño accidente de derrame de petróleo podría ser grave si se afectan hábitats críticos como los manglares, arrecifes o las zonas pesqueras en una isla pequeña.
Algunas islas vecinas (como Nevis y St. Kitts) han adoptado planes agresivos para cumplir con sus necesidades energéticas a través de fuentes renovables incluyendo sistemas fotovoltaicos y el uso de aerogeneradores para combatir el aumento en los precios del petróleo. Ante estos aumentos, algunos países (como Francia y Canadá) han adoptado el uso de la energía nuclear como opción. La energía nuclear es una propuesta atractiva pues su aportación de CO2 al efecto de cambio climático es muy reducida. Sin embargo, la disposición segura del material residual radioactivo o un accidente nuclear podrían ser devastadores. No es lo mismo un accidente nuclear en un ambiente continental (como fue el caso de la planta de Chernóbil en la Ucrania) que un accidente de esas mismas proporciones en una isla como Puerto Rico o cualesquiera de sus islas satélites que conforman el archipiélago. Un accidente de esa magnitud probablemente significaría evacuar TODA la población de la isla y abandonar en el olvido toda la producción histórico cultural del país. Los países ricos que adoptan estrategias energéticas nucleares con frecuencia disponen del material radioactivo en poblaciones desventajadas económicamente, quienes reciben “subsidios económicos radioactivos”. Esperemos que ante la presente crisis fiscal esta no sea una opción desesperada a considerar. Por fortuna, la única planta nuclear en Puerto Rico se encuentra en el municipio de Rincón; fue un experimento y lleva décadas desactivada y en abandono.
Las fincas fotovoltaicas y los parques eólicos que pueden tener sentido en ambientes continentales no lo tienen en ambientes isleños y archipiélagos cuando ocupan parte de las limitadas tierras bioproductivas del país. La estrategia más apropiada es la generación distribuida a través de instalaciones en los techos de las viviendas y edificios existentes en lugar de ocupar suelo agrícola.
CAMBIO CLIMÁTICO
Muchas islas pequeñas que componen los diferentes y numerosos archipiélagos en el planeta se ven más afectadas que otros países por motivo de los efectos del cambio climático. En particular, se ven más afectadas aquellas pequeñas islas con costas de pendiente llana que pierden mucho territorio ante el aumento de los niveles del mar, reduciéndose el uso de la tierra y, en ocasiones, incluso, creándose problemas de reasentamiento, como está ocurriendo actualmente en las Islas Marshall. Los países continentales con costas no están exentos de este fenómeno, pero en comparación con el gran tamaño de su restante territorio, el daño puede ser menor y a veces marginal comparado con el causado en las islas pequeñas que conforman un archipiélago.
Aunque las lluvias fuertes son características de muchas islas tropicales, en Puerto Rico ya comienzan a ser irregulares, impredecibles y extremas seguidas por periodos extensos de sequía según los modelos que proyectan el cambio climático. Los extensos periodos de sequía que ya se experimentan pueden resultar en una grave escasez de agua que dificulte el desarrollo y que cree serios problemas de salud pública.
DESPERDICIOS Y CONTAMINACIÓN
El problema ambiental más común que afecta a casi todas las islas pequeñas es la disposición (segura) de sus desperdicios sólidos y líquidos, en especial los desechos humanos y las aguas residuales urbanas. Pocas islas cuentan con instalaciones sanitarias adecuadas de recolección y tratamiento, aún en zonas urbanas desarrolladas; las que existen son costosas y rara vez se les da el mantenimiento necesario. Como ejemplo, cuando se construyó nuestra escuela Ecológica de Culebra diseñada para la Autoridad de Edificios Públicos y el Departamento de Educación, hubo una espera de varios años luego de construida para conectarla al nuevo sistema sanitario de la Isla Municipio.
Durante ese período, la escuela operó con una planta ecológica de tratamiento en un solar aledaño.
En general, las instalaciones en muchas zonas rurales siguen siendo muy rudimentarias (frecuentes pozos sépticos) o totalmente deficientes (descargas crudas de aguas negras a cuerpos de agua cercanos o a tierra abierta). El resultado es una severa contaminación del agua incluyendo el suministro de agua dulce (ríos y aguas subterráneas) y aguas costeras alrededor de playas, arrecifes y lagunas que son importantes para el turismo, la recreación y la pesca. Esta contaminación presenta graves riesgos para la salud humana. Es solo recientemente que las islas han comenzado a prestar atención a este problema, pero las inversiones necesarias para recolectar y tratar los desechos son de tal magnitud que ha sido mínimo el progreso logrado. Estrategias simples como la incorporación de inodoros de composta y el reuso de aguas grises pueden ser opciones a considerar.
Mientras más pequeña es la isla, más difíciles son sus problemas de disposición de desperdicios sólidos. Para tener un sentido de escala: no es lo mismo descartar una batería con su pequeño contenido de mercurio en Caja de Muertos que en Australia. El aumento constante de las importaciones del extranjero de materiales, equipos y enseres de primera necesidad ha traído consigo una enorme acumulación de chatarra (principalmente vehicular), un inmenso caudal de gomas de autos y aparatos, botellas, latas y plástico. La mayoría de los sitios de disposición se encuentran arrestados por la EPA (Environmental Protection Agency) por no cumplir con los más básicos requisitos de disposición y en algunos casos ocupan tierra que podría destinarse a otros usos importantes. La recolección y eliminación de desechos es muy costosa a pequeña escala, ocasionando que los desechos no se recojan con la frecuencia necesaria y fomentando vertederos clandestinos sin ningún tipo de control más allá de una multa (en raras ocasiones efectuada) y de limitada eficacia. Los lugares aprobados para rellenos sanitarios se extinguen en la isla…¡No se nos ocurra exportarlos a las otras islas que componen nuestro archipiélago! Estas islas son un importante recurso durmiente, que como población tenemos, para atender asuntos ambientales en nuestro futuro cercano.
Los desechos de las plantas de cemento y la contaminación del aire de las operaciones de producción son ejemplos de problemas localizados de contaminación industrial en Puerto Rico.
Existe una preocupación real por los peligros que representan los productos químicos tóxicos que se importan a nuestras islas en cantidades significativas. Visite una ferretería y notará que los anaqueles de químicos tóxicos para el control de plagas, pastos, yerbas invasivas e insectos ocupan un área substancial en la huella de piso de la instalación. Los insecticidas han sido ampliamente utilizados en campañas de control de mosquitos y otras plagas de insectos sin el debido control de sus posibles efectos ambientales, como lo demostró la reciente controversia sobre el asperjar la isla (y sus habitantes) con Naled para defendernos contra el zika y el dengue. El daño potencial ocasionado por el exceso de productos químicos tóxicos es mucho más grave dentro del limitado ambiente de las islas pequeñas y, en especial, aquellas ubicadas en zonas tropicales y húmedas como las de nuestro archipiélago.
AMBIENTE Y RECURSOS NATURALES
El daño y la destrucción de los recursos costeros y pesqueros productivos es un problema casi universal en los archipiélagos. Los arrecifes de coral son destruidos por la construcción o dragado, la contaminación, la sedimentación y el envenenamiento de los peces. Los manglares son destruidos por el dragado o el relleno clandestino o no reportado, o por cambios en la circulación del agua y su correspondiente salinidad.
Los recursos, incluyendo manatíes y tortugas marinas, se enfrentan a grandes retos de supervivencia en el Caribe. La ciguatera puede aumentar con las actividades contaminantes en las áreas de los arrecifes de coral, creando una disminución continua del potencial productivo de la pesca costera y ocasionando un correspondiente aumento en la importación de pescado y otros sustitutos congelados.
Aunque la cubierta forestal ha aumentado desde su punto más bajo en la década de los treinta, Puerto Rico se ha visto amenazado en las últimas décadas por la continua expansión urbana. La pérdida de suelo bioproductivo contribuye a muchos problemas secundarios tales como la escasez de agua, la erosión de los suelos y la pérdida de hábitat para especies en peligro de extinción.
La crisis económica y fiscal actual ha impactado severamente la industria de la construcción, reduciéndose la venta de sacos de cemento progresiva e inexorablemente a niveles nunca antes vistos… Aunque son malas noticias para la industria del diseño y construcción de edificios, el fenómeno constituye un alivio al medioambiente natural. El Fideicomiso de Conservación de Puerto Rico y su programa Para la Naturaleza tienen como meta impulsar la conservación de ambientes naturales en la isla hasta lograr un 33% de cubierta forestal protegida.
Aunque muchas islas tienen programas de replantación de árboles, éstos solamente han tenido un éxito marginal. Puerto Rico NO tiene una industria maderera local. Casi el 100% de las maderas que utilizamos son importadas. Aquí yace un gran potencial que ecológicamente administrado puede convertirse en una industria importante para la economía de nuestro país y con potencial de exportación a países vecinos.
TENENCIA DE TIERRAS Y SUELOS
En las islas pequeñas con recursos limitados se debe hacer un uso eficiente de todas las tierras disponibles para satisfacer las necesidades básicas de suministro apropiado de agua, alimentos y materiales de construcción, enmarcados en una calidad de vida razonable y manteniendo el funcionamiento de los sistemas naturales de los que dependen todos ellos. Esto requiere una planificación completa y una cuidadosa asignación de la tierra para los usos más apropiados. La tierra es un bien limitado y precioso en una isla. El apego de una persona boricua isleña a su tierra puede ir mucho más allá de los conceptos continentales de propiedad, e incluye dimensiones espirituales arraigadas en nuestra cultura indígena.
Los sistemas de tenencia colectiva tienen ejemplos muy limitados en Puerto Rico y sus islas, siendo el Proyecto ENLACE del Caño Martín Peña el experimento más exitoso hasta el momento. La tenencia colectiva adquiere especial significado y relevancia mientras más pequeños son los componentes del archipiélago de Puerto Rico. ¡Imaginémonos que el estado disponga o algún interés privado adquiera, por ejemplo, el 75% de las tierras de la isla de Vieques o de Culebra solo porque estén disponibles en el mercado abierto de bienes raíces!
Los sistemas impulsados por la economía norteamericana de propiedad privada individual no ayudan en este sentido al ambiente de islas pequeñas como Puerto Rico y sus componentes de archipiélago permitiendo y en ocasiones fomentando por inacción el desarrollo anárquico, el abuso de recursos y la destrucción. El recién aprobado Plan de Uso de Terrenos incorpora sistemas ágiles de zonificación y conservación en el interés común, pero su éxito dependerá de la rigurosidad que se siga con su implantación.
El recurso del suelo, base de la agricultura, es inevitablemente limitado en islas pequeñas como las que constituyen nuestro archipiélago. Estamos sujetos a los mismos problemas de erosión del suelo y pérdida de fertilidad que los demás países del mundo, pero aquí el problema se agudiza porque el recurso es muy limitado. En Puerto Rico, nuevamente, la presión demográfica de una población que registró aumentos significativos sobre el suelo se ve afectada, ahora en beneficio del ambiente, por la ola migratoria de puertorriqueños y puertorriqueñas que buscan mejores opciones y posibilidades económicas en Norteamérica y otros países extranjeros. Ya somos más personas puertorriqueñas en la diáspora que isleñas en el archipiélago.
Una limitación importante de recursos en las islas es la dificultad para encontrar suministros de arena y grava para la construcción sin crear problemas ambientales serios. La remoción de arena de las playas lleva a la erosión costera y a la pérdida de playas que son un importante recurso turístico y recreativo. Las islas están en una relación dinámica con el mar, con el material que se deposita constantemente en las líneas de costa o se arrastra lejos de ellas. La erosión costera es una preocupación local, especialmente cuando afecta carreteras, edificios o tierras agrícolas escasas. El costo de los trabajos de protección para controlar la erosión de las costas es continuo en los países que sufren este problema. El aumento del nivel del mar previsto por el cambio climático se convertirá en un problema generalizado para todas las islas.
USO SOSTENIBLE DE LOS RECURSOS DE LA ISLA
Todos estos problemas contribuyen, de una forma u otra, al problema ambiental más grave que enfrentan las islas pequeñas: el uso sostenible y la administración de recursos isleños limitados. Aunque el crecimiento poblacional es un factor importante en muchas islas, en Puerto Rico está disminuyendo a través de la emigración causada por la crisis económica y fiscal que atravesamos. En vista de que los límites de los recursos son mucho más cercanos en las islas, hay menos espacio para el error: una persona isleña no puede mudarse a otro lugar en caso de una catástrofe ambiental, como apuntamos en el ejemplo de la energía nuclear. Puerto Rico supera su límite de capacidad de acarreo. Necesitamos el equivalente de 16 islas para atender nuestro desafiante consumo de recursos. Para contrarrestar la huella de carbono de la persona puertorriqueña típica, necesitamos sembrar 800 árboles por cada uno de los seres que residimos en la isla.
Para asegurarnos un futuro ambiental aceptable, debemos tomar medidas para revertir la degradación constante de nuestra base de recursos y estabilizar la población dentro de la capacidad de acarreo de las islas que componen el archipiélago. Deben incrementarse los esfuerzos para restaurar los recursos dañados y lograr una administración integrada de los usos de los recursos y de las actividades de desarrollo, particularmente en la zona costera crítica que en Puerto Rico incluye la mayor parte de nuestra población. Esto será muy difícil; requiere cuestionar algunos de los supuestos de desarrollo heredados de modelos coloniales impuestos o copiados de la metrópoli estadounidense. De lo discutido anteriormente se desprende que las islas requieren formas únicas de desarrollo adaptadas a las limitaciones del medio ambiente y que se deriven de las sociedades tradicionales que vivieron con éxito dentro de esos límites durante generaciones.
REFLEXIÓN FINAL
Los archipiélagos como el de Puerto Rico y otras islas vecinas del Caribe dependen en gran medida de las importaciones y se ven afectados adversamente por los cambios en la economía mundial. Estas economías suelen ser más pequeñas y más vulnerables a las fluctuaciones en los costos de energía, transportación y suministro de bienes, entre otras, creando un marco de constante incertidumbre a la que no se tienen que enfrentar países continentales de mayor tamaño. Es por esa misma razón que el consumir lo que se produce localmente tiene efectos positivos en la economía local, con mayor impacto que en un país continental.
Si comparamos las preocupaciones y prioridades ambientales y de sostenibilidad de las islas pequeñas con las de los países continentales, notaremos una diferencia marcada en sus prioridades. Las islas pequeñas y los archipiélagos a los que pertenecen son un modelo potencial para el futuro, enfrentándonos ahora a lo que será la preocupación a más largo plazo de los restantes países del mundo a medida que la degradación de los recursos se acerca a los límites del planeta. Los ojos del mundo están puestos sobre lugares como el archipiélago de Puerto Rico para ver y estudiar cómo enfrentaremos nuestros actuales retos económicos ante la escasez de recursos y los efectos del cambio climático. La crisis económica y fiscal que ya nos impacta nos forzará a movernos hacia estilos de vida y patrones de consumo más responsables y cónsonos con los de islas pequeñas (como las que componen nuestro archipiélago), que hacia patrones de consumo continentales, inspirados en la economía norteamericana, como ha sucedido en Puerto Rico por los pasados 63 años.
Referencias:
Origen y desarrollo del archipiélago puertorriqueño, Enciclopedia de Puerto Rico, recuperado el 1 de noviembre de 2016: http://www.enciclopediapr.org
The Federation of Saint Christopher and Nevis: Energy Transitions Initiative: Islands: Recuperado el 5 de noviembre de 2016 http://www.nrel.gov/docs/ fy15osti/62706.pdf