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Apoyo a las fincas agroecológicas

EN VEZ DE SUBVENCIONES A LA AGROINDUSTRIA

Por: Nelson Álvarez Febles

Cuando se evalúa lo que las fincas ecológicas aportan al conjunto de la sociedad en comparación con la agroindustria, solo se toma en cuenta la producción de alimentos por área de siembra, sin tomar en consideración la contribución ecológica, económica y social completa, como veremos más adelante. La realidad es que nuestras políticas subvencionan de muchas maneras a la agroindustria, sin considerar los problemas que acarrea:

  • Mediante el uso de maquinaria pesada para limpiar las fincas, se destruye toda la vegetación existente en el lugar (pastos, árboles, arbustos) y se acumula al pie de los terrenos inclinados.

  • Se alteran los ciclos de agua cuando las orillas de las escorrentías, quebradas y riachuelos se dejan sin protección vegetal y se siembra sin zanjas en el contorno para evitar la erosión y captar el agua de lluvia.

  • Hay que integrar el costo ecológico, económico y social de dejar la tierra desnuda con herbicidas como el glifosato, en vez de utilizar siembras en policultivos y manejo integrado de coberturas del suelo.

  • Es necesario cuantificar el valor de los aportes sistémicos que hace el mantillo (topsoil), que tarda cientos de años en formarse y le da la estructura y fertilidad al suelo: ¿Cuánto se debe pagar por la pérdida de mantillo en una cuerda de terreno?

  • ¿Cuál es el costo de la pérdida de biodiversidad por cuerda de terreno que queda sin cubierta vegetal? Habría que contabilizar la destrucción de la fauna que puede proteger nuestros cultivos y polinizarlos (insectos, sapos, lagartijos, pájaros, abejas), los cambios en temperatura, el mayor impacto
    de los vientos, entre otras consecuencias.

  • La erosión lleva a que los sedimentos tapen las quebradas y ríos, se destruya la pesca de cangrejos, camarones y peces, las represas reduzcan su capacidad de almacenar agua y generar electricidad y se impacten los sistemas marítimos costeros tales como los manglares y arrecifes con sus peces, crustáceos y otra vida marina.

 

Lo anterior refiere a algunas de las prácticas agroindustriales que atentan contra la naturaleza y calidad de vida humana, a lo cual habría que añadir el uso generalizado de plaguicidas, el uso masivo de abono de síntesis química que produce exceso de nitrógeno, fósforo y potasa en el ambiente, el impacto de los monocultivos, la destrucción de humedales y bosques, el impacto sobre ecosistemas frágiles como el karso (topografía en zonas con alto contenido de piedras calizas), entre muchos otros ejemplos de cómo nuestras sociedades internalizan los verdaderos costos de la agroindustria. Todas esas actividades tienen impacto social, son costos que las agroempresas y corporaciones agrícolas trasfieren al conjunto de la sociedad, los cuales, si tuvieran que contabilizarlos, serían mucho menos rentables.

La agroindustria debe ser responsable de las externalidades, los costos reales ambientales y sociales de sus sistemas de producción. Por ejemplo, se ha sugerido que paguen impuestos de acuerdo con el impacto que sus prácticas tienen sobre la naturaleza y la salud.

La producción agroecológica es mucho más que alimentos aislados

Cuando se aborda el tema de la productividad agroecológica teniendo en cuenta todo el sistema de producción agrícola y alimentario, el rendimiento total de la finca es considerado desde una gran variedad de aspectos, entre estos:

  • la seguridad alimentaria, que significa que durante todo el año y en el futuro se disponga de alimentos en cantidad suficiente y de buen valor nutritivo, lo que puede complementarse con intercambios, salarios o acceso al mercado.

  • la producción total de recursos para el sustento de la familia y comunidad agrícola, entre los que figuran los cultivos, los animales y los alimentos silvestres, los elementos medicinales, la vestimenta, los materiales de construcción, la biomasa total y el valor de mercado de las ventas.

  • un agroecosistema con capacidad de recuperación gracias a la conservación de los recursos naturales y al uso sustentable, así como a la eficiencia en el manejo interno de los nutrientes, el agua, el suelo y la biodiversidad.

  • los aspectos sociales, económicos y culturales de la comunidad como un todo que forma parte del manejo y la estabilidad del ecosistema.

Aportes que deberían ser compensados por el conjunto de la sociedad

Frente al costo de las externalidades de la agroindustria, las personas que trabajan la agricultura ecológica deberían ser compensadas no solo por evitar esas prácticas perjudiciales, sino también por implementar muchas estrategias que conservan la naturaleza y la regeneran, mientras potencialmente intensifican la producción de alimentos de mejor calidad. Entre los beneficios se encuentran los siguientes:

  • Conservación y mejora de los suelos: El manejo ecológico de los suelos reduce la erosión, aumenta la materia orgánica y por lo tanto la vida y la fertilidad edáfica o de la vida vegetal, evita la destrucción de ecosistemas sensibles y la sedimentación en cuerpos de agua y costas.

  • Uso intensivo de la biodiversidad: Los policultivos ofrecen estabilidad ecosistémica, aumentan la productividad, fomentan el uso de variedades nativas de cultivos, plantas y árboles, aumentan la polinización y apoyan el control orgánico de plagas. A través de una mayor diversificación, se logra estabilidad productiva agroecosistémica.

  • Manejo ecológico del agua: Se protegen las fuentes y los cuerpos de agua, se recargan los acuíferos y mejora su calidad.

  • Reducción de la contaminación ambiental: Se reduce la contaminación del suelo, del agua y del aire, así como de viviendas y de estructuras de trabajo.

  • Mejor alimentación y salud: Hay estudios que demuestran que los alimentos de producción orgánica contienen mayor calidad y diversidad de nutrientes. La evidencia sobre el impacto negativo a la salud del uso de plaguicidas es abrumadora.

  • Rescate de la cultura del agro: El rápido proceso que se dio en Puerto Rico de abandono del campo, acompañado por estrategias para denigrar a las personas campesinas como ignorantes y el trabajo agrícola como algo atrasado, es una de las grandes dificultades para conseguir que la gente joven quiera asumir la agricultura como una opción laboral y comercial viable y digna. La práctica de la agricultura ecológica ayuda a promover en la sociedad valores ecológicos, a restaurar la cultura rural como algo positivo y a la recuperación y generación de conocimientos agroecológicos (Nieves Rosa, 2011).

  • Revitalización de zonas rurales: En Puerto Rico es necesario recuperar las zonas rurales para la producción agrícola y la creación de empleos directos e indirectos, así como recuperar, por un lado, la capacidad de producir alimentos, y, por otro, mejorar la calidad de vida en los pueblos del interior de la Isla.

Hacia un futuro agroecológico en Puerto Rico

Existen varias maneras en que al agricultor y agricultora ecológica puede compensárseles a través del estado/gobierno por los aportes a favor de la ecología y la sociedad: reducciones en los impuestos, incentivos por la creación de empleos y empresas rurales, o créditos y subsidios por menos contaminación e impacto perjudicial sobre el medio natural. También existe la posibilidad de cobrar un impuesto o tasa a quien contamina con agroquímicos, destruye biodiversidad o erosiona los suelos, de acuerdo con el daño ambiental que hace, lo cual aumentaría los costos de producción para la agricultura convencional, y por lo tanto haría más competitiva a la agricultura ecológica.

Los dineros recaudados se pueden utilizar para explorar alternativas a los agroquímicos y fomentar las prácticas agroecológicas. Si, en vez de subvencionar el uso de plaguicidas, se fomenta el reciclaje de la materia orgánica como abono y si encarecemos las prácticas no ecológicas, las agricultoras y los agricultores pueden emplear más personas para sus fincas. Si, en vez de prácticas monótonas y repetitivas, se hace una agroecología que requiera inteligencia para el manejo de los agroecosistemas (una vez se introducen todas las variables en la ecuación) la agricultura ecológica familiar resulta una opción con sustentabilidad ecológica y económica.

Esta nueva visión de la producción agrícola y alimentaria lleva al desarrollo de fincas que tienen la capacidad de producir alimentos en calidad y cantidad, mientras conservan y regeneran los agroecosistemas y ofrecen una vida digna, llena de satisfacciones a las y los agricultores. Una vez el imaginario social puertorriqueño recupere a la agricultura como una actividad digna, estimulante, rentable, saludable, responsable, socialmente reconocida, con entornos atractivos para niños y niñas y adolescentes, será necesario emprender la transformación del país a través de cambios en mentalidad y políticas públicas.

NELSON ÁLVAREZ FEBLES, especialista en agricultura ecológica, agrobiodiversidad y sustentabilidad. Autor de los libros El huerto casero: manual de agricultura orgánica, y La Tierra Viva: manual de agricultura ecológica. Este artículo es un adelanto de su libro de próxima publicación: Sembramos a tres partes: la agroecología camino de la soberanía alimentaria. alvareznelson@hotmail.com

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